Armas del Reino de LeónArmas del Reino de León: La efigie del león como símbolo del reino de León aparece documentado por vez primera en las monedas acuñadas por Alfonso VII el Emperador (1126-1157). Hasta este momento, el símbolo predominante de los reyes leoneses en sus documentos y monedas era la cruz, pero a partir de este monarca, el león la irá eliminando de forma paulatina.

El historiador y heraldista Martín de Riquer explica que, en 1148, ya se utilizaba el león como emblema heráldico. Al final del reinado de Alfonso VII, el león también empezará a aparecer en los documentos regios como signo personal del rey, y tendrá uso generalizado durante los reinados de Fernando II de León (1157-1188) y Alfonso IX de León (1188-1230).

La primera referencia escrita del león como símbolo personal del rey y, por ende, del reino, la encontramos en la Chronica Adefonsi imperatoris, contemporánea de Alfonso VII.

A partir de 1230, con el rey Fernando III se unifican las coronas leonesa y castellana.

 

Armas del Reino de AragónArmas del Reino de Aragón: La Señal Real de Aragón o Señal del Rey de Aragón, es conocida tradicionalmente en español desde antiguo como barras o palos de Aragón. Es un escudo de armas o composición heráldica que alterna 5 franjas verticales de color amarillo con 4 franjas de color rojo, y cuya descripción o blasón es el siguiente: ​

En campo de oro, cuatro palos de gules (rojo).

Durante la Edad Media fue usado como emblema personal distintivo de los soberanos de la Corona de Aragón y sus descendientes, así como de su dignidad de Rey de Aragón, siendo difundido progresivamente su uso en otros ámbitos al integrarse en las armas de diferentes linajes nobiliarios por transmisión, así como en órdenes religiosas y escudos de villas y ciudades, mediante concesión real. Igualmente, y a partir de los Reyes Católicos su uso quedó asociado a las armas de los reyes de España.

Hay una leyenda muy extendida en la que el conde Wifredo el Velloso (Guifré el Pilós) (840-897), fundador de la casa de Barcelona, tras una victoria franca sobre los normandos, recibió del emperador franco Luis el Piadoso un escudo dorado como premio, y el rey mismo pintó, con los dedos manchados con la sangre de las heridas del conde, los 4 palos rojos, diciéndole: “Estas serán vuestras armas, conde”. La leyenda carece de fundamento histórico ya que la heráldica no se usaba en ese tiempo, y el rey franco tampoco fue su contemporáneo.

J.A.T.