Deportación de los judíos del ghetto de Cracovia.

Deportación de los judíos del ghetto de Cracovia.

Uno de los momentos más sobrecogedores es cuando aparece la niña del abrigo rojo (ver poster de cabecera), única nota de color de la película, simbolizando el vestigio de la Humanidad que, aun en medio de las circunstancias más espeluznantes, sacude la conciencia individual y saca lo mejor del ser humano. Según Spielberg, también pretendía simbolizar que los miembros más importantes del gobierno de EE.UU. eran conocedores de lo que estaba ocurriendo y no hicieron nada. Este personaje lo encarnó la niña polaca Oliwia Dabrowska, de 3 años. Schindler observa el desalojo del ghetto de Cracovia desde un promontorio y ve a esta niña desorientada vagando entre la multitud y escondiéndose en una casa. Después la vuelve a ver, muerta, sobre un carro que traslada los cadáveres para ser incinerados, lo que será el punto de inflexión para que se decida a salvar a los judíos que trabajan en su empresa. Este personaje, de forma casual, es semejante al de una niña del ghetto de Cracovia, Roma Ligocka, que también llevaba un abrigo rojo, y que se reconoció a sí misma cuando vio la película, por lo que decidió escribir sus vivencia en la obra “La niña del abrigo rojo”. Roma es prima del director Roman Polanski.

Spielberg le pidió a Oliwia que no viera la película hasta que cumpliera los 18 años; pero ella la visionó con 11 años. Ver escenas como las de Amon Goeth disparando a mujeres y niños despiadadamente le causó un impacto tan grande de que aseguró no volver a verla nunca más. Se avergonzaba y se sentía frustrada por este papel. Se arrepintió de no haber cumplido lo que le prometió a Spielberg. Después, con 18 años volvió a verla, y ahí se dio cuenta de que había participado en un proyecto tan importante, por su trascendencia, que era algo de lo que se sentía orgullosa, y que Spielberg tenía razón cuando le pidió esperar a ser adulto para ver el film.

Tumba de Schindler en el Monte Sión (Jerusalén).

Tumba de Schindler en el Monte Sión (Jerusalén).

Recientemente, Spielberg dijo que había reparado en un nuevo detalle de la escena final de su película, cuando los judíos van depositando piedras sobre la tumba de Oskar Schindler. En concreto, le impresionó la mirada prolongada y emocionada de la esposa de Oskar, Emilie, a la lápida de su marido, dado que, al estar en Jerusalén, era la primera vez que la visitaba.

Steven Spielberg

Steven Spielberg

Spielberg reconoce que esta es la película con la que mejor se siente de todas las que ha dirigido, y eso que tardó 10 años en decidirse a hacerla. Para él, el día más traumático fue el que tuvo que rodar la escena de las cámaras de gas, al igual que para las propias actrices, algunas de las cuales, judías polacas, tuvieron crisis de ansiedad, por lo que estuvieron varios días sin rodar. Admite que tuvo ayuda psicológica para mantener su ánimo en ese período: las llamadas diarias –de unos 15 minutos de duración- del actor Robin Williams. Este hacía todo lo posible por hacer reír a Spielberg y, cuando lo conseguía, colgaba el teléfono sin despedirse.

Poster de La Lista de Schindler.El poster promocional (imagen izda.) presenta la mano de un adulto asiendo la mano de la niña del abrigo rojo, intuyéndose el deseo de Schindler de haber salvado a esa niña.

Schindler y Stern elaborando la "lista".

Schindler y Stern elaborando la «lista».

También es impactante el diálogo y la mirada de Itzhak Stern mientras Schindler le va dictando los nombres para su lista. En un momento dado, Stern le pregunta Shindler:

“¿Qué dijo Goeth de todo esto? Usted le dijo simplemente cuántos obreros necesitaba y…

[Pausa]

… ¡No estará comprándolos!  [Pausa, y cambia el gesto de su cara]

¿Está comprándolos? ¿Le paga por cada uno de estos nombres?”

Tras terminar la lista, Stern le enseña la hoja y le dice:

“Esta lista es el bien absoluto. Esta lista es la vida. Más allá de sus márgenes se abre el abismo.”

Al final de la guerra, Schindler había gastado toda su fortuna en sobornos y suministros para sus trabajadores. Ninguno de los negocios que inició prosperó. Mantuvo contacto con varios de “sus” judíos, y sobrevivió gracias a sus donaciones, provenientes de todo el mundo.

En la parte final del film, en la que Schindler y su esposa se despiden de sus judíos, éstos le hacen entrega de un anillo –que se fundió con el oro de dientes postizos de unos de los trabajadores, Simon Jeret– que contenía una inscripción en hebreo con una cita del Talmud:

“Quien salva una vida, salva al mundo entero.”

Schindler junto al árbol plantado en su honor en la Avenida de los Justos.

Schindler junto al árbol plantado en su honor en la Avenida de los Justos.

1961: Schindler visita Israel por vez primera (de las 17 que realizó) siendo recibido jubilosamente por unos 220 supervivientes.

1962: Oskar y Emilie Schindler fueron reconocidos como “Justos entre las Naciones” por el Yad Vashem por su esfuerzo para salvar a los judíos en la guerra, y fue plantado un árbol en su honor en la Avenida de los Justos entre las Naciones.

1974: Tras fallecer en Alemania, pobre y casi sin ser conocido, los apenados supervivientes trajeron sus restos a Jerusalén y los inhumaron en el cementerio católico en el Monte Sion de Jerusalén, siendo el único miembro del partido nazi que tiene este honor. En su tumba reza la inscripción: “El inolvidable salvador de 1.200 judíos perseguidos”.

1983: Un documental citó una de sus frases: “Sentí que los judíos estaban siendo destruidos y tenía que ayudarlos. No había otra opción.”

En definitiva, este film -que se reestrena la próxima semana (28/02/2019)- es una impresionante obra maestra que justifica y hace imprescindible su visionado, para hacernos recordar a todos, y especialmente a las nuevas generaciones, esta barbarie, producto del odio, falta de respeto e intolerancia, principalmente cometida contra los judíos -por su número-, pero que afectó a otros grupos étnicos (como los gitanos, identificados con un triangulo marrón) e incluso religiosos (Testigos de Jehová, con su triángulo púrpura). Y es que, pese a que ese luctuoso suceso no está tan lejano en el tiempo, el problema radica en que, desgraciadamente, esa intolerancia todavía existe hoy en día…  ¡¡y va creciendo y se está radicalizando!!

“Quien olvida la historia está condenado a repetirla.  –George Santayana

J.A.T.

Agradecimientos: