«La sangre como medicina». Vista la complejidad de nuestro organismo, como hemos expuesto en una anterior entrada sobre la sangre, y puesto que “sangre = vida”, la Historia nos expone que el hombre ha tratado la sangre como una fuente sostenedora de vida, en la creencia de que podía curar las enfermedades. En esta primera parte de «La sangre como medicina» nos centramos en la idea de EXTRAER la sangre para expulsar del cuerpo el «mal» interno.

Extraer sangre. Las sangrías fueron un método terapéutico habitual utilizado desde Hipócrates (siglo V a JC.) hasta mediados del siglo XIX, alrededor de 2.500 años.

Un ejemplo lo tenemos en el primer presidente norteamericano, George Washington, considerado «Padre de la patria». A sus 67 años, todavía era un hombre fuerte y dinámico.

12/09/1799: fue a inspeccionar a caballo su plantación de Mount Vernon durante 5 horas (10:00-15:00 h.), en medio de una fuerte nevada y con una temperatura de -1º C. se sentó a cenar, sin cambiarse sus ropas húmedas.

13/09/1799: se quejó de ronquera y dolor de garganta; pero volvió a cabalgar por su finca, y a su regreso, parecía que se encontraba bien, pasando la tarde en compañía de su esposa Martha y su secretario personal, el coronel Tobias Lear. Nunca tomaba cosas cuando tenía resfriado.

14/09/1799: Hacia las 2:00-3:00 h se despertó, sintiéndose mal, con fiebre, infección de garganta, apenas pudiendo hablar y respirando con dificultad. Le prepararon un brebaje de vinagre, melaza y mantequilla y, al tomarlo, tuvo un ataque de asfixia con convulsiones. Como Washington era un firme defensor de las sangrías, su amigo y médico personal, James Craik, y otros médicos le sacaron ½ litro de sangre. Al no mejorar, le pusieron en su garganta una ampolla de un preparado de escarabajos secos, posteriormente siguieron haciéndole sangrías (en total, fueron 5), lo que hace un total de, aproximadamente, 3,75 litros de sangre en un período de unas 9-10 horas. Este fue su último día de vida.

Médicos modernos creen que Washington murió en gran parte debido a su tratamiento, resultando en una combinación de shock hipovolémico debido a la pérdida de tanta sangre, así como la asfixia y deshidratación.

Por otra parte, la “técnica médica” también incluía la introducción de la sangre en el cuerpo del enfermo. Lo comentaremos en una próxima entrega.

EL OBSERVADOR

La próxima semana abordaremos el tema: «La sangre como medicina (II): Vía oral»