La Estrella de David instantáneamente nos hace asociarla al pueblo judío, recordándonos la luctuosa página de la historia de la humanidad que representó el genocidio judío: el Holocausto.

La Estrella de David también es conocida, a partir de la época medieval, como Maguen David, Escudo de Salomón o Sello de Salomón. Recibe esta última denominación pues se cuenta que el rey Salomón grabó la pelea entre su padre, David, y el gigante Goliat en su anillo como un hexagrama, representando la lucha entre lo bueno y lo malo, entre el cielo y la tierra. También era conocido por los musulmanes como Katham Suleiman.

Una de las fuentes de inspiración de este símbolo provienen de la interpretación del libro bíblico escrito por Salomón (El Cantar de los Cantares) en el que relato su deseo de conquistar el corazón de una joven sulamita –la cual le rechaza al estar enamorada de un pastor- y en el que esta joven se expresa “Yo soy de mi amado, y mi amado es mío.” (cap. 6, vers. 3). Por ello, las novias usaron este símbolo dentro y fuera de Israel.

Otros argumentan que representa la conexión del cielo con la tierra gracias al pacto entre Abraham y Dios, Yahweh (o Jehová).

Otra idea expone que las 12 puntas que se forman con la unión de estos 2 triángulos corresponden a las 12 tribus de Israel. El hexágono central que se forma representa la disposición del campamento de Israel en el desierto.

Sin embargo, pese a interpretarse algún pasaje bíblico para apoyar que el Israel antiguo lo usaba, lo cierto que ni La Biblia ni la historia bíblica lo mencionan. Sobre esto, la Enciclopedia Judía (Jewish Encyclopedia) expone lo siguiente:

“La visión judía de Dios, que no permitía ninguna imagen de Él, era y aún se opone a la aceptación de cualquier símbolo, y ni la Biblia ni el Talmud reconocen su existencia. Es de destacar, además, que el escudo de David no se menciona en la literatura rabínica. El «Magen Dawid», por lo tanto, probablemente no se originó dentro del rabinismo, el judaísmo oficial y dominante por más de 2.000 años. […] La fuente literaria judía más temprana que menciona dicho símbolo lo hace desde un plano apotropaico; se trata del Eshkol ha-Kofer, texto de Judah Hadassi que pertenece a mediados del siglo XII y en cuyo capítulo 242 se encuentra el siguiente comentario respecto a los signos a ser incorporados en amuletos caraítas: «Siete nombres de ángeles preceden la mezuzá: Miguel, Gabriel… ¡El Tetragramaton les proteja! Y, del mismo modo, el signo llamado «escudo de David» es ubicado debajo del nombre de cada ángel.»”

Estrella de David en una sinagoga de Capernaum (Israel) de los siglos III-IV

En realidad, es la unión de 2 triángulos equiláteros, o triángulos perfectos, superpuestos, formando un hexagrama (estrella de 6 puntas). Curiosamente, aunque aparece en algunos monumentos como en una sepultura de Tarento (Italia) del siglo III, o en una sinagoga en Capernaum (Israel) de los siglos III-IV, no era un símbolo representativo de los judíos ya que culturas antiguas como las de India, China o el Tíbet también la usaban junto con la esvástica. Así, originalmente, no fue un símbolo hebreo. De hecho, se ha considerado a la menorá (candelabro de 7 brazos) como un símbolo más representativo de los hebreos. Como prueba tenemos que éste es el emblema de Israel.

La Menorá, emblema de Israel

Por siglos, la estrella de 6 puntas estuvo, relacionada con lo místico y con lo esotérico, como amuleto en las prácticas ocultistas, al objeto de ahuyentar a los malos espíritus. Los alquimistas la usaban para representar el vínculo entre cielo y tierra, la unión entre las energías del cielo y de la tierra. Los cabalistas la utilizaban como un poderoso amuleto para su protección. Otros consideran que es un equivalente de Ying-Yang del taoísmo (Ying: punta hacia abajo – Yang: punta hacia arriba). En el arte rosacruz, masónico, católico o islámico aparece esta estrella. Para religiones orientales, estos símbolos representan la unión de lo masculino y lo femenino, de lo espiritual y lo material, el ascenso y descenso de las almas, etc.

Edad Media: Hasta este período ni tenía relación con el ocultismo ni con judaísmo. Habría que esperar hasta la época del Renacimiento para que cobrase auge como símbolo.

Siglo XIV: la comunidad judía de Praga (actual República Checa) asumió ese hexagrama como un símbolo identificativo. También tuvo difusión en Italia y en Austria.

Siglo XIX: Se fue extendiendo y aplicándose a objetos de culto e incluyéndose en las sinagogas.

1613: David Gans, conocido como el rabino David ben Shlomo Gans, pensador, matemático e historiador judío, tenía marcada en su tumba del cementerio judío de Praga este emblema junto a un ganso. El uso de este símbolo se relacionó con su obra “Maguen David”, aunque parece que es la primera vez que éste se usó oficialmente como emblema de la comunidad judía.

1890: El movimiento sionista adoptó la Estrella de David como emblema.

1948: Al constituirse el Estado de Israel, se incluye la Estrella en la bandera. Los colores de la bandera fueron tomados del talit (especie de chal usado en los servicios religiosos judíos), y son:

  • Blanco: Sus hilos deben ser así, según manda la Torá.
  • Azul: Recuerda que uno de los tzitzit (borlas) deben ser de color azul (tjelet) (según el texto bíblico de Números 15:38 – “…y tienen que poner una cuerdecita azul más arriba de la orilla de con flecos de la falda.”)

Lo cierto es que, más allá de sus orígenes, en los siglos recientes, la Estrella de David ha constituido, de forma indefectible, la representación de la nación judía pues sirvió para distinguir distritos, sinagogas, escuelas rabínicas, juderías y, desgraciadamente, los guetos.

Este es un símbolo del que se sienten orgullosos hasta el punto de que forma parte de su bandera, desde la misma formación del Estado de Israel, como un símbolo de ESPERANZA, además de que el título de su propio himno, Hatikva, lleva incorporado el término “esperanza” ya que, en hebreo, Hatikva significa «La esperanza». Su letra dice:

Mientras en lo profundo del corazón
palpite un alma judía,
y vueltos hacia el Oriente
los ojos atisben a Sion,

no se habrá perdido nuestra esperanza;
la esperanza milenaria,
de ser un pueblo libre en nuestra tierra:
la tierra de Sion y Jerusalén.

De ser un pueblo libre en nuestra tierra:
la tierra de Sion y Jerusalén.

La letra de este himno fue escrita en 1878 por el poeta judío ucraniano Naftali Hertz Imber. Después se le incorporó la música, basada en la obra Má Vlast (“Mi Patria”), que se empezó a escribir en 1872 por el compositor checo Bedrich Smetana, concretamente en el movimiento Vltava (“El Moldava”), nombre del río que pasa por Praga y confluye con el río Elba. Samuel Cohen la arregló en 1888.

En 1897, fue orquestada y en el primer congreso sionista, se convirtió en el himno de este movimiento.

En 1948, al constituirse el Estado de Israel, se adoptó de facto como himno nacional, y se adoptó oficialmente en 2004.

J.A.T.

Agradecimientos: Jewish Encyclopedia