Administrar la justicia en el salvaje Oeste no fue tarea fácil y en muchas ocasiones tuvo que recaer en variopintos personajes. Uno de estos fue Phantly Roy Bean Jr., conocido como el “juez de la horca”, aunque esta denominación recayó mejor sobre Isaac Parker, que comentaremos después.
Roy Bean (1825-1903) fue un antiguo forajido que se proclamó a sí mismo juez y que se hacía llamar “La Ley al Oeste del [río] Pecos” (The Law of the Pecos), y que, según la leyenda, celebraba los juicios en su Saloon, en Texas.
Nacido en el seno de una familia pobre, con 16 años emigró a Nueva Orleans en busca de un mejor futuro. En 1847 se mudó a México con sus hermanos y pronto empezó a meterse en líos, teniendo que huir a California. Tuvo que marcharse de San Diego –aunque su hermano era el alcalde- porque disparó y mató a algunas personas. En Los Ángeles disparó y mató a un oficial militar mexicano, y sus amigos lo colgaron; pero la cuerda era muy larga y fue salvado por una amiga, aunque le quedaron cicatrices de la soga en su cuello.
Sam, su hermano mayor instalado en San Antonio (Texas), lo llamó, y acudió y abrieron una oficina de Correos. Después, en una pelea mató a un hombre y tuvo que huir, cosa que siguió ocurriendo durante muchos años, en los que fue, entre otros trabajos, contrabandista de armas, vendedor de madera puerta a puerta y camarero.
Una vez terminada la Guerra de Secesión se casó con Virginia Chávez, una mexicana 20 años menor que él, con la que tuvo 5 hijos. Abrió un pequeño Saloon en Vinegaroon, una ciudad-campamento, donde servía whisky a los obreros del ferrocarril. Lo llamó Jersey Lilly, en honor de una bella actriz británica del momento, Lillie Langtry, su gran amor al que nunca conoció. Pero como el tribunal más cercano se hallaba a 320 km, Bean empezó a “administrar” justicia por su cuenta, usando su taberna como sala de audiencias. Su hermano era sheriff en Nuevo México. Todo esto provocó que las autoridades le nombraran juez de paz de forma oficial en agosto de 1882.
Estas son algunas de sus excentricidades:
- Escogía a los miembros del jurado de entre sus mejores clientes. Estos tenían que consumir bebidas durante los juicios.
- Los elementos que tenía para su “juzgado” era un libro de leyes, un revólver y un oso amaestrado al que, al parecer, le gustaba la cerveza.
- Oficiaba matrimonios y divorcios, aunque esto no estaba permitido a los jueces de paz, y acababa las bodas con la frase: “Que Dios se apiade de vuestras almas”.
- Se cuenta que encontró a un hombre muerto que tenía una pistola y 40 dólares en el bolsillo. Dictaminó una multa de 40 dólares al cadáver por llevar un arma oculta.
- Cuando un irlandés fue acusado del asesinato de un trabajador chino y sus amigos amenazaban con destrozar su local si lo declaraba culpable, estuvo buscando precedentes legales. Al final, rifle en mano, determinó que “la ley es muy clara en cuanto al asesinato de vuestro compañero; pero aquí no se dice nade sobre el asesinato de un Chinaman. Caso cerrado.”
- Como su Saloon estaba cerca del ferrocarril, los viajeros bajaban del tren durante 10 minutos. En cierta ocasión, como el tren se marchaba, un viajero quiso pagar los 30 centavos de una cerveza con un billete de 20 dólares. Como no le daban el cambio, impaciente, tachó de ladrón a Roy Bean. Este le impuso una multa de 19,70 dólares por “insulto a la autoridad”.
Pese a todas sus excentricidades, fue reelegido constantemente hasta 1902. Dictó muchas sentencias y amenazaba con el ahorcamiento, por lo que recibió el apodo de “El juez de la horca”, aunque no hay indicios de que colgara a alguien. De hecho, la mayoría de los casos juzgados por él rara vez tuvieron que ver con asesinatos, por lo que muchas veces imponía penas de trabajo comunitario.
Era un hombre con 2 facetas: la pública, en la que se pasaba muchísimo tiempo borracho sentado en su porche, y la privada, siendo un hombre caritativo. Dada su inclinación religiosa, ayudó a muchos vecinos. Muchas de las multas impuestas servían para ayudar a los más desfavorecidos; incluso de las ganancias de su negocio compraba medicación para los enfermos de su pueblo.
Roy Bean murió tranquilamente en su cama después de una borrachera. Una leyenda posterior contaría que un forajido mexicano le asesinó en el porche de su Saloon.
Su personaje fue interpretado en el cine por Walter Brennan (en El forastero) y Paul Newman (en El juez de la horca, de John Huston).
No obstante, decíamos al principio que el apodo “Juez de la horca” posiblemente encaja mejor en Isaac Parker, de Fort Smith (Arkansas). Llegó a ser el juez federal más joven de Occidente. Su jurisdicción era un territorio repleto de ladrones de ganado y de caballos y bandidos.
En su primer juicio, que tuvo lugar el 10 de mayo de 1875, 8 hombres fueron declarados culpables de asesinato y condenados a muerte. Juzgaba 6 días a la semana, hasta 10 horas al día. En sus primeras 8 semanas juzgó a 91 acusados.
En 21 años (1875-1896) juzgó 13.490 casos, de los cuales 344 fueron delitos capitales. En 9.454 casos se halló culpables a los acusados. Sentenció a la horca a 160 personas (156 hombres y 4 mujeres), de los cuales solo 79 fueron ahorcados. El resto murió en la cárcel, apeló o fue indultado.
Él expresó lo siguiente:
«Siempre he tenido la justicia a la vista como único objetivo… “Hacer justicia igual y exacta” es mi lema, y a menudo le he dicho al gran jurado: “No permitas que ningún hombre inocente sea castigado; pero no permitas que el hombre que sea culpable se escape.””
J.A.T.