El 3 de mayo de 1808 en Madrid (Goya). Este cuadro de 2,68 m x 3,47 m, también es conocido como Los fusilamientos del tres de mayo. El propósito de Goya era plasmar la lucha del pueblo español contra la dominación francesa en el marco del levantamiento del 2 de mayo, al inicio de la Guerra de la Independencia española.
Este cuadro ha inspirado numerosos cuadros, como El fusilamiento de Maximiliano, de Édouard Manet, así como otras obras de este relativas a la acción bélica. Guernica y Masacre en Corea son las dos obras de Pablo Picasso en que se aprecia la influencia del cuadro de Goya.
Aquí la fuerza escénica recae en el momento previo a la ejecución y no en los instantes de ésta. Los franceses no tienen rostro, a manera de enemigo anónimo y mortífero. Entre los personajes que van a ser fusilados existe una enorme diversidad: un religioso en actitud de oración, un hombre con gorra que espera con resignación su inminente destino o el hombre en primer plano, que alza las manos al cielo. Nigel Glendinning, un hispanista británico que dedicó muchos estudios a la vida y obra de Goya, considera a este hombre como la pieza clave del lienzo, pues enfoca en sí la iluminación y representa el valor del sacrificio por la patria. Incluso se definen los prisioneros en 3 grupos: los ya muertos, los que están siendo fusilados y los que aguardan su turno. La irrupción de la mujer en el cuadro es notoria, aunque es una sola mujer.
El cuadro de Los fusilamientos del tres de mayo tiene su pareja: El dos de mayo de 1808 en Madrid —también conocido como La carga de los mamelucos—. Sus medidas son: 2,68 m x 3,66 m. Ambos cuadros son de la misma época y corriente artística. Goya sugirió el encargo de estos cuadros de gran formato a la regencia liberal de Luis María de Borbón y Vallabriga, antes de la llegada del rey Fernando VII. Habitualmente se decía que adornaron un arco del triunfo dedicado al rey en la Puerta de Alcalá.
J.A.T.