“¿Arde París?”.
Esta fue la pregunta que, el 25 de agosto de 1944 -y de forma histérica-, hizo Adolf Hitler a su gobernador militar de París. Luego veremos el por qué o el significado de esta pregunta. Retrocedamos a 4 años atrás.
17-junio-1940: Francia capituló ante los nazis poco tiempo después de comenzar la II Guerra Mundial.
28-junio-1940: Hitler vio cumplido su deseo de visitar y pasear por la hermosa ciudad de París, en esta ocasión, como “dueño, amo y señor” no solo de la ciudad sino de casi media Europa. Hitler aterrizó ese día, a las 5:30 h., y en tour de unas 3 horas (entre las 6:00-9:00 h) visitó diferentes monumentos. El primero fue la Ópera Garnier.
Hizo el recorrido sin bajar de su Mercedes blindado, salvo en aquellos puntos que eran de interés especial: la Avenida de los Campos Elíseos, el Arco del Triunfo y el Monumento del Soldado Desconocido, Les Invalides (donde contempló unos momentos la Tumba de Napoleón). También visitó la Torre Eiffel, el Trocadéro (foto cabecera y dcha.) y el Sacré Coeur, mostrando muy poco interés por el Louvre, o la catedral de Notre Dame.
Al terminar la visita, Hitler expresó lo siguiente a unos de sus acompañantes, Albert Speer, arquitecto alemán que fue Ministro de Armamento y Producción de Guerra:
“Poder ver París ha sido el sueño de toda mi vida, no puedo expresar lo feliz que soy”.
Jamás volvió a la capital francesa, que sirvió de modelo para construir un nuevo Berlín. Curiosamente, cuando terminaba la guerra, Hitler dio la orden de destruir París:
“Los puentes del Sena deben ser preparados para su destrucción. París no debe caer en manos del enemigo, a no ser como un montón de ruinas.”
El general Dietrich von Choltitz fue el gobernador militar alemán de París durante los últimos días del dominio nazi en París (julio- agosto de 1944). Destaca por no obedecer la orden de Hitler de destruir casi todos los monumentos de París en caso de que las tropas alemanas no pudieran conservar la ciudad.
Dietrich von Choltitz contaba con 20.000 soldados (muchos de ellos eran de sanidad, espionaje propaganda, “no aptos” para combatir), y más de 100 carros de combate. A pesar de no destruir París tras la orden de Hitler -reconocido como “salvador de París”-, la Resistencia francesa refuta ese concepto al indicar que siguió arrestando y fusilando franceses hasta horas antes de rendirse. Incluso colocó los explosivos en ubicaciones clave, aunque esa tarde del 24 de agosto, en la que Hitler dio la orden de destruir la ciudad, lo consideró inútil al estar perdida la batalla por París, siendo consciente Choltitz de que, al impedir la destrucción, se evitaría posibles represalias de la Resistencia contra sus hombres y contra él mismo.
Dietrich von Choltitz alegó en sus memorias que estaba convencido de que, tras haberse reunido con el Führer semanas antes, éste “había perdido la razón”. A esto se unió la intercesión del diplomático sueco, Raoul Nordling, razonando con el mandatario alemán que “destruir París sería un crimen que la historia nunca perdonaría”. Von Choltitz desobedeció la orden de destruir París pues habría sido “un acto malvado y vergonzoso contra una ciudad que es una cuna de cultura”.
25-agosto-1944: Según narró el mismo Von Choltitz, esa mañana recibió una llamada de Hitler para hacerle una pregunta: “¿Arde París?”. Von Choltitz fue detenido la 9ª Compañía de la 2ª División Blindada francesa -compuesta de unos 150 republicanos españoles-, y se rindió al general Philippe Leclerc, su comandante, solicitando a cambio que se respetase la vida de los soldados alemanes.
“¿Arde París?” es también el título de una novela histórica de 1964, escrita por Larry Collins y Dominique Lapierre. Describe los días de agosto de 1944 y, muy detalladamente, las horas que precedieron a la Liberación de París.
J.A.T.
Agradecimiento fotos: Bundesarchiv_Bild