Toledo y sus espadas
Aparte de su importancia histórica, Toledo es reconocida por la calidad de la aleación del hierro y del acero (lo que la hace más resistente, manejable y flexible) en la fabricación de espadas y cuchillería. Se cuenta que con un acero de calidad se puede agarrar una espada por el mango, colocarla a la altura de un hombro y, cogiendo la punta con la otra mano, doblarla hasta tocar el otro hombro. Al soltar la punta de la espada, ésta volvería a su posición normal sin que su forma se hubiese alterado.
En la pelea, la calidad de la espada y de su acero era un elemento tan esencial como la preparación personal y experiencia del portador de dicha arma.
Por eso, Toledo se especializó en la fabricación de estas armas llegando a surtir de ellas a muchos ejércitos así como a los mejores combatientes. Se dice que los árabes imitaron esta técnica de fabricación para aplicarla a sus inconfundibles espadas, las cimitarras, un tipo de sable de hoja larga y un solo filo, que además tiene la hoja curvada con el objetivo de que cuando la pelea es a caballo no se clave en el rival, sino que dé el corte y siga su recorrido.
Los fabricantes toledanos guardaban con celo su técnica de fabricación: la selección de material, la fundición del metal a altísimas temperaturas y su forjado para conseguir la excelencia en la calidad de acero. Se cuenta que hasta un samurái, que conoció por mercantes españoles la calidad de este acero, viajó hasta Toledo para que le hicieran sus armas reglamentarias, la katana (60-73 cm.) y la wakizashi (de 30-60 cm y de hoja más delgada).
Desde el siglo V, los artesanos toledanos ya forjaban las falcatas, espadas de unos 45-50 cm., de las que no había 2 iguales ya que se adaptaba al brazo del soldado que la iba a usar. Era como si se creara una especie de vínculo entre hombre y espada; de ahí que, cuando el soldado moría, su espada se inutilizaba para que nadie más la usara y se enterraba con él.
Los romanos, fieles a su capacidad de adoptar y asimilar lo mejor de las armas de sus enemigos para mejorar su armamento, adaptaron sus famosos gladius (o gladio) de esas falcatas dándoles el nombre de gladius hispaniensis. Polibio fue un historiador griego, uno de los historiadores más importantes cuyo objetivo fue exponer cómo los romanos pudieron imponerse y someter todo el Mediterráneo, tanto en campo político como militar. Según él, las “espadas ibéricas” destacaban por el poderío de su hoja.
El auge de las espadas ha llegado al cine con películas como Braveheart, Conan, El Señor de los Anillos, Gladiator, The Prince of Persia o Los inmortales, tipo de películas para las que varias fábricas de Toledo crean estas réplicas.
J.A.T.