Toledo: Historia de la Judería, segunda parte
Toledo: Historia de la Judería, segunda parte. 1391. Las revueltas antijudías de 1391 también llegan a Toledo. El 18 de junio, la judería de Toledo fue atacada durante la noche de manera similar a otras ciudades del reino, especialmente Sevilla. Entre las víctimas de la matanza se encontraban destacados artesanos, poetas y hombres de letras. La mayor parte de las sinagogas de la ciudad fueron destruidas o seriamente dañadas. Esto fue la expresión más clara del clima de malestar que se había creado en contra de los judíos en medio de una situación dificultosa por la guerra entre Pedro I El Cruel (por quien se decantaron los judíos) y Enrique de Trastamara (de quien tuvieron represalias cuando resultó vencedor), y por la peste negra que estaba asolando Europa, y que causó una mortandad del 60 % de los europeos: entre 50.000.000-80.000.000 de personas. A estas condiciones se une el incendio del barrio comercial judío, el Alcaná, donde tenían sus tiendas, talleres y algunas viviendas.
1398. En el mes de febrero el rey Enrique III ordenó al alcalde Juan Alfonso y al tesorero mayor Juan Rodríguez de Villareal que hicieran averiguaciones sobre quiénes habían cometido los robos en la judería de Toledo, imponiéndoles a los culpables una multa de 30.000 doblas de oro.
Las desastrosas consecuencias económicas para la ciudad se dejaron sentir muy pronto, especialmente en los particulares, monasterios y otras instituciones religiosas que perdieron las rentas que recibían sobre los tributos de las aljamas judaicas. Los más afectados fueron los capellanes cuyos beneficios eclesiásticos provenían de las rentas situadas en la judería.
1450. El rey Juan II ordenó que se derogasen todas los preceptos instaurados en contra de los judíos que se hubiesen establecido en Castilla, los cuales habían provocado la huida de los judíos de aquellos los lugares en los que se habían puesto en vigor.
1451. En el incremento de ese ambiente contra los judíos y musulmanes se promulgan unas ordenanzas restrictivas hacia ellos como la prohibición de andar de noche por las calles, entrar en iglesias o monasterios sin autorización, salir de sus casas durante las festividades cristianas, y la obligación de llevar señales distintivas cosidas en sus indumentarias.
1452. Tras las quejas de los judíos, el rey manda al Ayuntamiento de Toledo que cumpla su orden de anular las ordenanzas antijudías, y éste, el 23 de febrero, suprime algunas, y modifica y mantiene otras.
Se inicia una especie de “limpieza étnica” para eliminar del reino a los moriscos (musulmanes convertidos al catolicismo romano) y a los judíos y conversos (llamados de forma peyorativa, marranos –el investigador Israel Salvator Révah definió al marrano como “un católico sin fe y un judío sin saber, aunque un judío por voluntad”-).
1467. Los conversos de Toledo, al sentirse amenazados, se armaron fuertemente, y el día de los Fuegos de la Magdalena (22 de julio) cercaron la catedral y mantuvieron a los cristianos cercados después de matar a dos canónigos y a algunos más. Un millar de cristianos y un refuerzo de 150 hombres llegados de Ajofrín vinieron a socorrer a los asediados. Los conversos tomaron puertas y puentes de la ciudad y montaron cuatro barricadas.
Los combates se iniciaron entonces en los alrededores de la catedral y prosiguieron en el barrio de la Magdalena. Los asediados pudieron salir, unos dicen que por la puerta que da sobre la calle de Ollas; otros, que por la del Reloj. La respuesta de los conversos fue prender fuego al barrio de la Magdalena. Todas las casas vecinas al Corral de Don Diego ardieron al instante.
Fray Mesa, cronista de Castilla, dice que el fuego se extendió con la fuerza del viento a la Trinidad, pasó cerca de San Juan de la Leche, redujo a cenizas la calle Nueva y la de la Sal, llegando hasta el mercado de las especias y hasta la iglesia de Santa Justa. El incendio prosiguió, según el cronista, por la calle de los Tintes y quemó la casa de Diego García de Toledo. Unas 1.600 casas quedaron destruidas.
Los cristianos viejos, después de largos días de lucha, pudieron finalmente controlar el fuego y reducir a los conversos. Su cabecilla, Fernando de la Torre, fue ajusticiado; muchos otros conversos correrían la misma suerte en días posteriores.
Así, esta sublevación no pudo revertir la situación de los judíos, la mayoría de los cuales abandonaron Castilla. Los que se quedaron tuvieron que “convertirse” y demostrar ese “deseo de ser cristianos” ante el Tribunal del Santo Oficio, aunque no se les permitió llevar armas ni acceder a puestos de la Administración.
1492. El 31 de marzo, se establece el Decreto de Expulsión de los judíos del Reino, por lo que la Judería de Toledo desaparece, y los Reyes Católicos reparten los edificios públicos de los judíos, con alguna excepción, entre los nobles y las órdenes religiosas para compensar la pérdida de sus rentas. Muchos habitantes de la judería decidieron convertirse y seguir viviendo en sus casas de la judería; otros prefirieron exiliarse manteniendo el judezmo en sus lugares de destino y conservando las llaves de sus casas pensando en regresar…
… ¡Nunca lo hicieron!
(J.A.T.)
Agradecimiento por la información y fotos a:
CAMINOS DE SEFARAD – Red de Juderías de España