La Judería de Toledo: El Cementerio

Situado en el Cerro de la Horca, su perímetro y algo más está ocupado hoy por un Instituto de Educación Secundaria.

Las fuentes mencionan dos lugares de enterramiento de la comunidad judía extramuros de la ciudad: El Pradillo de San Bartolomé (en torno al circo romano) y el Cerro de La Horca. De estas dos necrópolis se desconoce tanto su extensión como su ubicación exacta, aunque tenemos constancia material de su existencia por la colección de lápidas monolíticas con inscripciones, dispersas por toda la ciudad, bien en museos o formando parte de las cimentaciones de algunos monumentos góticos. Esto indica al menos dos zonas de enterramiento para la comunidad judía, que quizá pueda deberse al aumento de población que se da desde 1085 y, sobre todo, desde mediados del siglo XII y durante el siglo XIII con los judíos procedentes de Al-Ándalus que huyen de la persecución almohade.

Se realizaron excavaciones en 1887 y se extrajeron algunas sepulturas que hoy se reparten el Museo Sefardí y el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

En 1979 el contratista destruyó intencionalmente una parte de la necrópolis en la construcción del Instituto de Educación Secundaria.

Durante los años 2008-2009 se realizaron nuevas excavaciones arqueológicas en un sector de la necrópolis que pusieron de manifiesto que los patrones de enterramiento del Cerro de La Horca no responde a nada conocido hasta la fecha en Toledo durante la Edad Media, lo que invita a pensar en que tal vez ésta sea efectivamente la localización de una de las necrópolis judías de Toledo.

El cementerio

El cementerio se ubicaba extramuros, a cierta distancia del barrio judío. El terreno elegido:

  • Tenía que ser tierra virgen
  • Estar en pendiente
  • Estar orientado hacia Jerusalén

La judería debía tener un acceso directo al cementerio para evitar que los entierros tuviesen que discurrir por el interior de la ciudad.

El libro Digging Up Biblical History (1931, vol. 2, pág. 186): “Aunque los hebreos en ocasiones enterraban a sus muertos intramuros, por regla general excavaban sus tumbas en la roca, en la ladera de alguna colina cercana a la ciudad. La presencia de tumbas en la roca de una ladera es un indicio seguro de que hubo un asentamiento en una colina próxima, mientras que la ausencia de sepulturas prueba que el lugar no estuvo ocupado”.

Los reyes autorizaron después de 1492 (en Barcelona en 1391), que las piedras de los cementerios judíos pudieran ser reaprovechadas como material de construcción. Así, no es extraño encontrar fragmentos de inscripciones hebreas en varias construcciones posteriores.

A pesar del expolio que sufrieron desde finales del siglo XIV, la memoria de estos cementerios ha perdurado como nombre en determinados lugares, por ejemplo, Montjuïc en Barcelona o Girona. Sabemos de la existencia de más de 20 cementerios judíos medievales. Otros sólo se conocen o bien por la documentación o bien por las lápidas conservadas. El de Barcelona, en Montjuïc, fue excavado en el año 1945 y 2000, el de Sevilla en 2004, el de Toledo en 2009 y el de Ávila en 2012.

(J.A.T.)

Agradecimiento por la información y foto de cabecera:

CAMINOS DE SEFARAD – Red de Juderías de España

Esperamos que haya sido de su agrado el artículo: La Judería de Toledo: El Cementerio