Toledo: Museo de la Inquisición

Toledo: Museo de la Inquisición. El abogado, político y escritor francés Montesquieu dijo que “feliz es el pueblo cuya historia se lee con aburrimiento”. Desgraciadamente ningún país es “feliz” pues su historia no solo no aburre, sino que sobrecoge de estremecimiento cuando conocemos los episodios luctuosos ocurridos.

Este museo sirve para ver el resultado de la intolerancia y falta de respeto a las libertades, y para ello sería bueno recordar las palabras de Jorge Santayana, filósofo y novelista estadounidense de origen español: “Quien olvida su historia está condenado a repetirla”.

A toda persona que le apasione la historia y que visita Toledo tiene una cita imprescindible, tan fascinante como terrible: la exposición Antiguos instrumentos de tortura de la Sala de Exposiciones Alfonso XII. Esta recopilación recoge alrededor de 60 piezas sobre la tristemente conocida Inquisición Española o Tribunal del Santo Oficio. Incluyen algunos textos y grabados así como elementos de vergüenza pública (sambenitos o máscaras), instrumentos de ejecución (guillotina, garrote, hacha de verdugo…) y de tortura que se utilizaban para obtener confesiones (potro, collar de púas, rueda, la garrucha…).

Grabados

El Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición fue una institución fundada el 1 de noviembre de 1478 por los Reyes Católicos, y autorizada por una bula del papa Sixto IV, con el propósito de mantener la integridad religiosa católica en el reino.

Escudo de la InquisiciónESCUDO DE LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA (foto dcha.)

A ambos lados de la cruz: la espada simboliza el trato a los herejes, y la rama de olivo, la reconciliación con los arrepentidos.

Rodea el escudo la leyenda “EXURGE DOMINE ET JUDICA CAUSAM TUAM. PSALM. 73”, frase en latín que traducida significa:Álzate, oh Dios, a defender tu causa. Salmo 73″.

La Inquisición pretendía evitar el auge de la “herejía” por lo que podía juzgar por diferentes motivos como:

  • Renegar de Dios.
  • Apostasía (aplicable a casi todo lo no católico: judíos, protestantes, musulmanes o alumbrados –los que creían que tenían “línea directa” con Dios.)
  • Blasfemia.
  • Pecados nefandos o delitos abominables (de naturaleza sexual, especialmente la homosexualidad y el bestialismo).
  • Bigamia
  • Superstición, brujería o cualquier aspecto relacionado con el Diablo o su adoración. (Aquí podía entrar cualquier cosa que no encajara dentro de los cánones aceptados y fuera de origen desconocido: un ataque epiléptico podía considerarse una posesión demoníaca).
  • Ofender al Tribunal e interferir en el proceso inquisitorial.
  • Proposiciones u opiniones contrarias a los dogmas de la Iglesias (heréticas, cismáticas, injuriosas o blasfemas).

IMG_20160323_170056Muchas veces bastaba con mostrar la sala de tortura con sus instrumentos y los verdugos para que se delatase a alguien o para conseguir confesiones.

Los historiadores Jaime Contreras y Gustav Henningsen establecen que, entre 1540-1700, el Santo Oficio persiguió a unas 49.000 personas (si se suman las cifras anterior y posterior, Joseph Pérez eleva el número total a 125.000 procesos durante sus 350 años en España).

Estos son algunos datos según qué historiadores: 125.000__________________________________________________

49.000

Como se puede observar un alto porcentaje se refiere a personas de diferente religión. Por lo tanto, más que un motivo para alejar al Diablo de la vida de los habitantes, se trataba más bien de un motivo político disfrazado en palabras supersticiosas que, lamentablemente, muchísimas personas llegaron a creer.

Un ejemplo: en el siglo XVII, muchísimos cristianos dormían incorporados en las camas por reflujos de estómago debido a las dietas agresivas de la época, y porque el dormir en una posición estirada se atribuía a estar en la misma posición que una persona muerta.

Las supersticiones aumentaron tanto que en numerosas ocasiones la muerte se llevaba a cientos de niños pequeños que enfermaban, debido al pensamiento supersticioso del mal de ojo. Como consecuencia les colocaban cinturones con amuletos llamados dijeros. Finalmente morían.

IMG_20160323_170421Durante la Inquisición, para iniciar un proceso contra alguien bastaba con que una persona fuera denunciada. No hacían faltan pruebas, y el nombre del denunciante siempre se mantenía en secreto. Lo mismo valía si existía una sospecha o rumor público. Fueron frecuentes los testimonios de niños, e incluso de enemigos del acusado. En muchas ocasiones se aplicaron torturas y humillaciones públicas. Algunos historiadores calculan que alrededor de 150.000 personas fueron procesadas.

IMG_20160323_165644En 1483, el papa Sixto VI nombró al dominico Tomás de Torquemada para el cargo de Inquisidor General de Castilla y Aragón a instancias de Isabel La Católica –era su confesor-. Si bien su nombre es sinónimo de feroz crueldad probablemente no era el más perverso de cuantos inquisidores hubo, lo cual nos da una idea del terror que causó la actuación de este “Tribunal”. Consideraba que un jovencito con más de 12 años ya podía ser juzgado. Se estima que, bajo su mandato, se procesó a más de 100.000 personas, de las cuales alrededor de 10.000 fueron quemadas en la hoguera y unas 20.000 condenadas a otras penas. Historiadores modernos “rebajan” los muertos a unos 2.000, y achacan estas cifras a las exageraciones de la leyenda negra, guarismos que, desgraciadamente, jamás se sabrán con exactitud. Aun así, no es posible aceptar dichos métodos de “conversión” y mucho menos justificarlos, utilizándolos como elementos de defensa del mensaje de Nuestro Señor Jesucristo, cuando fue precisamente él quien condenó los actos violentos como el de San Pedro cuando usó su espada y cortó la oreja de Malcus para defender al Maestro cuando fue prendido en Getsemaní.

Es muy conocida la situación que se planteó con el rico y prominente teólogo y empresario judío Isaac Abravanel, que estuvo al servicio de los reyes de Portugal, Nápoles y de la República de Venecia, y también al de los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, a los que prestó importantes sumas para financiar la Guerra de Granada. Al parecer, Isaac ofreció al rey Fernando una suma de dinero considerable para retrasar las medidas contra los judíos. Cuando Tomás de Torquemada se enteró, se presentó ante el Rey y, arrojándole a sus pies un crucifijo, le dijo abruptamente: «Judas vendió a Nuestro Señor por treinta monedas de plata; Su Majestad está a punto de venderlo de nuevo por treinta mil».

IMG_20160323_165906 Es una paradoja que la sangre que tanto insistió en derramar fuera la misma que corría por sus venas ya que era de sangre judía al proceder de una influyente familia de judíos que llevaba asentada en Castilla algunos siglos y que se había convertido al catolicismo 2 generaciones antes. La presión sobre los judíos hizo que de los 400.000 judíos que había en la península casi la mitad se hicieron conversos. Algunos descendientes de esos judíos se hicieron clérigos para demostrar que estaban comprometidos con la nueva fe, como el tío de Tomás de Torquemada, Juan de Torquemada. Se entiende que un hispanista, Joseph Pérez, dijera que “el antijudaísmo militante de algunos conversos se debía a su deseo de distinguirse de los falsos cristianos mediante la severa denuncia de sus errores».

Torture Inquisition 1En este sentido, y corroborando ese comentario hemos de decir que la familia Torquemada no fue el único caso, puesto que también se dio en otros casos como el de Alonso de Cartagena y Fray Alonso de Espina, dos de los más fanáticos colaboradores del Santo Oficio, que también eran de linaje judío.

Aunque Napoleón abolió la Inquisición en diciembre de 1808 con los Decretos de Chamartín, dejando de existir durante el reinado de José Bonaparte, en julio de 1814 se volvió a instaurar temporalmente con Fernando VII.

Fue derogada de nuevo durante el Trienio liberal o Trienio constitucional (1820-1823).

Posteriormente, la Regente de España, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, abolió el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de forma definitiva el 15 de julio de 1834, tras 4 siglos de procesos y juicios, persecuciones, torturas y ejecuciones realizadas “en el nombre de Dios”.

(J.A.T.)

Grabados extraídos de la obra «Inquisition»

Esperamos que haya sido de su agrado el artículo: Toledo: El Museo de la Inquisición