CÓRDOBA: DESDE SUS ORÍGENES HASTA EL ESPLENDOR CALIFAL
El origen de Córdoba se hunde en la lejanía de los tiempos. Su ubicación junto al río y la riqueza de las tierras de la campiña la hizo propicia para crear asentamientos en la zona. Parece que el primer asentamiento romano de importancia llega hacia el siglo II a. JC. Con la llegada de fenicios y griegos a la península, la ciudad se reafirma como un importante centro minero y comercial gracias a la navegabilidad del Guadalquivir. Este hecho favoreció las relaciones y la difusión artística y comercial, integrando a esta localidad con las principales urbes del momento.
Durante el período tartesio antiguo se formó un núcleo de 50-54 hectáreas, y se produjo una urbanización de la población.
Algún tiempo después llegó el asentamiento cartaginés. Fue el general Amílcar Barca quien bautizó la ciudad como Karduba (contracción de Kart-Juba “la ciudad de Juba”) en honor de un general númida llamado Juba, que combatió y murió en una batalla en la región alrededor del año 230 a. JC.
Época Romana
La ocupación de los romanos llega en el siglo II a. JC. , lo que le proporcionará uno de los períodos de mayor esplendor junto con el del califato musulmán. El general Claudio Marcelo funda Corduba en año 169 a. JC., a partir de lo cual llegará a ser la capital de la Hispania Ulterior. Cuando el Imperio empieza su declive, Augusto restituye el merecido estatus de esta zona reservando sus tierras a los mejores veteranos de sus tropas, llegando a ser conocida como Colonia Patricia Corduba. Durante este período, se mantuvo un gran movimiento comercial y cultural por lo la infraestructura de la ciudad la hace resaltar así como las estatuas que se erigen: Se construyen grandes edificios –como el Anfiteatro Máximo-, el foro provincial, el foro colonial y grandiosos templos.
La ciudad no pasa desapercibida y Viriato la sitia ente los años 143 a JC., y para el año 113. a. JC. ya existía un foro romano. Para el año 80 a. JC., se acuñan monedas de la ciudad.
Julio César tuvo reuniones políticas en la ciudad. Ya en el año 43 a. JC., con el 2º Triunvitato (Marco Antonio, César Octaviano y Marco Emilio Lépido), la ciudad recupera su papel como centro político de la Hispania Ulterior.
Época Visigoda
Tras la caída del Imperio tras las invasiones bárbaras, Corduba es ocupada temporalmente por los vándalos (año 411). Aunque el imperio romano de occidente ya había desaparecido, la ciudad se sigue rigiendo por instituciones romanas.
Los bizantinos de Justiniano I apoyan el levantamiento de Atanagildo, quien fracasa en su intento de conquistar la ciudad en el año 568. Será posteriormente, en el año 572, cuando el rey visigodo Leovigildo toma Corduba, mientras Justino II luchaba contra los persas, y utiliza por 1ª vez los símbolos de la realeza: cetro, manto y corona, acuñando una moneda en su propio nombre. En poco tiempo, la ciudad volvió a estar bajo dominio bizantino.
En 579, Hermenegildo, tras convertirse al catolicismo, se subleva contra su padre Leovigildo, que era arriano, y pese a ser apoyado por Corduba y otras ciudades, finalmente es derrotado en Hispalis (en 584) y la ciudad vuelve a dominio visigodo
Época Musulmana
En el siglo VIII, un contingente de tropas árabes desembarca en las costas mediterráneas y de forma cómoda se hacen con el poder del debilitado reino visigodo.
El último omeya, Abd al-Rahman I (Abderramán I), el Emigrante, unió a los bandos descontentos con la política imperante y recaba la ayuda del Yund (las tropas sirias de Al-Ándalus), y llega a Almuñécar (Granada) en el año 755.
En el año 756 y con el apoyo del Yund, consigue vencer en la Batalla de Al-Mussara, y se produce la toma de Córdoba y la proclamación de la misma como capital del emirato independiente de Al-Ándalus. Abd al-Rahman I realizó la 1ª gran ampliación de la Mezquita Alhama de Córdoba y reconstruyó las murallas y el Alcázar. Fue Hisham I, hijo del primer emir, quien terminó las obras que comenzara su padre en la gran mezquita y levantó el primitivo alminar, hoy en día desaparecido. Con la llegada al poder de Abd al-Rahman II se produce la 2ª gran ampliación del templo y la ciudad vive unos momentos de gran auge constructivo
Será con Abd al-Rahman III (al-Nāṣir li-dīn Allah (”aquel que hace triunfar la religión de Alá”) cuando Córdoba cobre un papel predominante, pues en el año 929 es proclamada capital del califato independiente de Damasco, siendo sede religiosa, política y administrativa de todo el reino islámico occidental, compitiendo con Damasco como centro de la cultura islámica. De hecho, en el año 950, intercambiaba embajadores con el Sacro Imperio Romano Germánico, y hasta pueblos del norte de la península ibérica pagaban tributo al Califato.
Para el 935 era la ciudad más populosa de Europa llegando a contar con cerca de 250.000 habitantes. Al ser la capital de la España islámica, tenía grandes ingresos que provenían en su mayoría de la agricultura, el comercio y la industria. Para el año 1000, época de máxima prosperidad, su población llegó a cerca de las 500.000 personas.
Bajo el mandato del primer califa, Abd al-Rahman III, se construye Madīnat al-Zahrā o Medina Azahara (“ciudad del azahar”), efímera ciudad extramuros de la medina (se hallaba a unos 8 km.), fuente de inagotables leyendas debido, en parte, a los ricos materiales empleados en su construcción (alrededor de unos 25 años) y el trabajo arduo de unos 10.000 trabajadores. También se construyó Madīnat al-Zahirā (o Medfina Alzahira) (“la ciudad brillante”), también conocida como “Ciudad de Almanzor”.
Bajo la dinastía de los omeyas, estas 3 actividades alcanzaron su época más floreciente. La ciudad reflejaba ese continuo fluir de riqueza al tener calles iluminadas y pavimentadas, adornada con jardines, cascadas y lagos artificiales, y a través de un acueducto, se suministraba agua dulce en abundancia a las fuentes y a los 700 baños públicos que había, según registra un cronista musulmán, proliferando además las mezquitas, y los zocos. Córdoba también tenía una famosa universidad y contaba con unas 70 bibliotecas. Había 27 escuelas gratuitas para enseñar a los niños pobres, y el nivel de alfabetización era muy alto, tanto en los niños como en las niñas. Los jóvenes que pertenecían a la nobleza de los reinos católicos del norte de España recibían su educación en la corte mora, y las mujeres ricas de Francia encargaban en Córdoba sus trajes más elegantes.
Alhakam II, hijo de Abd al-Rahman III dará paso a la época de mayor esplendor cultural de la localidad cordobesa, contando con la mayor biblioteca del mundo de su tiempo de más de 400.000 volúmenes. Realiza la 3ª gran ampliación de la Aljama, transportando toda la riqueza de Medina Azahara hasta la mezquita.
Su sucesor, Hisham II, se dedicó a reinar pero no a gobernar, dejando el poder en manos del visir Al-Manṣūr “el Victorioso”, más conocido como Almanzor, responsable de la 3ª y última ampliación de la mezquita. Se afirmaba que en la mezquita se conservaba el brazo de Mahoma, y llegó a ser un importante centro de peregrinación para los musulmanes. Una publicación dice: “Su carácter sagrado solo lo superaba La Meca y […] el visitarla absolvía a los fieles de la obligación de hacer el peregrinaje a Arabia”. Aún hoy en día podemos admirar su grandiosidad con sus hermosas columnas (alrededor de 850) y sus arcos ornamentados. Se la ha descrito como “el templo musulmán más hermoso del mundo”.
Esta frágil administración entre Hisham II y Al-Manṣūr, hizo que el reino iniciara su decadencia, agravado por el que la nueva capital fuera Ishbiliyya (Sevilla).
En el año 1013 se derrumba el califato, terminando la dinastía omeya y dando paso a una serie de levantamientos, asesinatos y disputas. La España musulmana se fragmentó en 23 taifas o ciudades-estado, siendo Córdoba una de esas hasta su definitiva caída.
Aun así, tal fue el impacto de la cultura árabe que, según los lingüistas, alrededor del 8% de las palabras del idioma español actual se derivan del árabe.
J.A.T.