Puerta de Almodóvar
La Puerta de Almodóvar, conocida como Puerta del Nogal (Bad-al-Chawz), es de origen árabe y es el único acceso que pervive de los 9 edificados por Abd al-Rahman I. Fue construida con fábrica de sillería a base de piedra arenisca.
Esta puerta, muy reformada en la época cristiana, sufrió otra importante reforma en el siglo XVI, siendo restaurada posteriormente en 1802 y, más recientemente, en la década de los 1960. Se han conservado casi íntegras las almenas y el adarve. Frente a ella, desde 1965, se erige la escultura al filósofo y dramaturgo cordobés Lucio Anneo Séneca, siendo sufragado su costo por el torero Manuel Benítez El Cordobés.
Se trata del único ejemplo superviviente de la destrucción sistemática de murallas y puertas que se inició a finales del siglo XVIII. Este desastre tuvo su origen en la expansión demográfica que experimentó la ciudad tras el estancamiento que había sufrido durante tres siglos. Se conserva todo el lienzo amurallado situado al sur de la puerta, que se prolonga hasta el Campo Santo de los Mártires a lo largo de la calle Cairuán, que remata en su final con la estatua de otro ilustre cordobés –esta vez musulmán-, el filósofo y médico Averroes, de los que se habla en la entrada “Córdoba: personajes ilustres”.
Esta muralla, reformada profundamente en el siglo XIV, fue objeto de una importante restauración en los años 1960 de mano de José Rebollo, que añadió el foso y el paseo inferior que la circunda a la vez que se abría en su extremo sur la puerta conocida como Puerta de la Luna.
Cruz del Rastro
La Cruz del Rastro rememora el asalto a la Judería de Córdoba acaecido en 1473 a raíz de un incidente que se produjo durante la Semana Santa junto al Rastro, donde se ubicaba un mercado. Fue la Hermandad de la Caridad, que originó los incidentes, la que decidió colocar una cruz en este lugar para conmemorar la matanza de judíos y conversos.
Según se cuenta, al llegar la procesión de la Hermandad de la Caridad a la calle de la Herrería –que hoy forma parte de la calle Cardenal González–, una mujer arrojó desde la casa de un converso agua que fue a caer a la imagen de la Virgen, propagándose la noticia de que eran aguas menores lanzadas como desprecio a la fe católica.
La Hermandad de la Caridad, creyendo que los sefardíes habían instigado a la mujer para cometer aquel sacrilegio, asaltaron la Judería, comandados por Alonso Rodríguez, herrero del barrio de San Lorenzo, A su paso, asesinaron a cuantas personas encontraron e incendiaron sus hogares. El caballero Alonso de Aguilar, hermano del Gran Capitán, llegó al Rastro al frente de algunos de sus hombres, y ordenó a Alonso Rodríguez detener la matanza. Lejos de obedecer, el herrero ofendió a Alonso de Aguilar, quien arremetió contra él y lo mató.
La muerte de Alonso Rodríguez empeoró la situación y el motín duró 4 días, hasta que Alonso de Aguilar, que se hallaba refugiado en el Alcázar, salió a las calles y ofreció a los judíos perdón por los crímenes. La Hermandad de la Caridad, comprendiendo que había alentado el conflicto promovido por el herrero Alonso Rodríguez, acordó perpetuar la memoria de Alonso de Aguilar colocando una Cruz en el Rastro.
Cuenta la leyenda que la sangre de las víctimas dibujó un pequeño camino en el suelo, creándose un pequeño riachuelo que dejó un marcado rastro que llegó hasta una pequeña llanura al borde del río. Allí se colocó la primera de las cruces instaladas, la cual fue reemplazada en el año 1814, permaneciendo la siguiente hasta el año 1852, cuando fue demolida por las obras del murallón. La actual cruz fue instalada en el año 1927.
Aunque la leyenda popular atribuye el nombre de la Cruz al rastro de sangre dejado por las matanzas, en realidad se le denomina «Rastro» por la existencia de un rastrillo que hubo en esta zona hasta el año 1568, fecha en la cual fue trasladada al Puente Romano en el Campo de la Verdad.
J.A.T.
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