EL ARTE ORIGAMI
El origami es otro arte tradicional japonés cuyo significado literal es “papel plegado”, lo que conocemos como papiroflexia. Proviene de los términos japoneses ori (“doblar”) y kami (“papel”), que después se transformó en gami. Generalmente se usa la expresión origami para referirnos a papel plegado con fines religiosos y culturales, mientras que “papiroflexia” se usa con propósito de entretenimiento y hobby.
En la cronología de este arte resaltamos:
- Siglo I-II d. JC: El arte de doblar el papel se inició en China.
- Siglo VI: El papel llega a Japón.
- Siglos VIII-XII: El origami forma parte de las ceremonias de la nobleza pues era un lujo solo al alcance de personas acomodadas.
- Siglo XIII: Marco Polo lleva el origami a Europa. Inicialmente no es bien aceptado, en beneficio del pergamino. Pero aunque éste dura más, se va aceptando el papel al ser más barato, más fácil de manipular.
- Siglos XIV-XVI: El papel es algo barato al acceso de casi todas las clases sociales, aunque los estilos identificaban y distinguían al campesino del aristrócrata.
- 1797: Aparece el primer libro origami, el Senbazuru Orikata.
Esta práctica se remonta a la antigua costumbre de efectuar complejos dobleces en los documentos. Se cree que fue en la época Edo (1603-1867) cuando este pasatiempo se universalizó en la nación y pasó a incorporar nuevas técnicas de plegado. Desde entonces se ha transmitido de generación en generación, siendo los maestros los padres y abuelos.
Según las características de las elaboraciones, hay dos estilos básicos:
- el clásico: elabora con métodos centenarios grullas, ranas, barcos, globos, insectos y plantas.
- el creativo: se aparta de la tradición para crear grandes dinosaurios, así como intrincados insectos y objetos.
Hoy día, los principios del origami se aplican en la arquitectura y otros campos, gracias a los se han diseñado productos muy útiles. También han sido utilizados para brindar una magnífica terapia de rehabilitación a personas ancianas y a incapacitados.
Con la mayoría de las veces la clave es partir de un cuadrado perfecto. Hay que comprobar que está bien cortado juntando las esquinas opuestas -haciendo coincidir los bordes- y doblándolo por la mitad para hacer un triángulo. Para ello usaremos los dedos pulgar e índice de una mano para sujetar con fuerza y precisión los dos ángulos opuestos y con la otra mano doblar el papel por la base. Si lo que deseamos es un rectángulo, juntaremos las esquinas superiores, mantendremos los bordes laterales bien alineados y lo plegaremos por la base.
Con algunos modelos a veces hay que hacer primero pliegues y luego deshacerlos para obtener la curvatura que exige el siguiente paso. Se obtienen otros efectos arqueando, plisando, enrollando, frunciendo, empujando, abriendo o volteando el papel.
Esta destreza puede practicarse en cualquier momento y lugar. Una vez dominada, solo necesitaremos disponer de un papel. Nuestros dedos serán los autores de muchos modelos tradicionales o de innovaciones propias.
J.A.T.