Hace unos años tuve el privilegio de conocer a cientos de ciudadanos rusos que acudieron a Polonia para disfrutar de una Asamblea Internacional de los Testigos de Jehová en aquel país. La impresión que recibí por entonces de los visitantes rusos fue la de personas muy hospitalarias y encantadoras en su trato, dadas a compartir una taza de té y un plato de dulces. No me parecieron extremistas; todo lo contrario, resultaron ser personas pacíficas, amables, y dispuestas a seguir aprendiendo de la Biblia para mejorar su trato personal y su respeto hacia toda otra persona.

Han pasado los años, y ¿qué ha ocurrido con aquellas personas que entonces conocí?. Aquel pequeño grupo hoy ha aumentado hasta convertirse en un colectivo de cerca de 200.000 Testigos en Rusia. Creyentes que, por todo lo que he podido saber de ellos, pagan sus impuestos, obedecen las leyes, son buenos padres, y un ejemplo de personas pacíficas a sus vecinos.

Sin embargo, este mes de abril de 2017, millones de personas por todo el mundo hemos quedado profundamente consternados debido a que el gobierno ha decidido la disolución del Centro Administrativo de los Testigos de Jehová en Rusia. Pero, ¿de qué se les acusa?

El Ministerio de Justicia de Rusia presentó una demanda ante el Tribunal Supremo de la Federación Rusa para que “se declare extremista a la organización religiosa registrada con el nombre de Centro Administrativo de los Testigos de Jehová, se prohíban sus actividades y sea disuelta”.

Me ha sorprendido sobremanera que se esté aplicando indebidamente la “Ley Federal contra Actividades Extremistas” de Rusia en contra de los Testigos de Jehová del país, quienes, como internacionalmente se reconoce, se esfuerzan por ser buenos ciudadanos. Así se los conoce en todo el mundo —por sus actividades pacíficas—, sin que por ello quienes los conocen bien se sientan obligados a compartir sus convicciones religiosas. Los Testigos no participarían, bajo ninguna circunstancia, en ningún tipo de acción que pudiera interpretarse ilegítima, que perturbe el orden público o pueda ser señalada de extremista o criminal.

Las actividades y publicaciones de los Testigos de Jehová fomentan el amor a Dios, al prójimo y a la familia, así como el respeto a sus gobernantes. No hay absolutamente nada extremista ni criminal o que induzca a ello en ninguna de tales publicaciones basadas en la Biblia.

Es difícil comprender cómo una organización religiosa que actúa abiertamente, es decir, de manera pública, con toda la protección de la ley en más de 210 países, tiene este problema en una Rusia tan adelantada y moderna actualmente.

Los casos de nefando recuerdo más cercanos a una proscripción como la que se anuncia que se producirá en Rusia, se dieron en la Alemania de Hitler, así como en la República Dominicana de Trujillo.  Sinceramente creo que Rusia en nada se asemeja a aquellos regímenes, cuyo recuerdo entristece aún hoy la conciencia humana.

Los testigos de Jehová jamás han representado una amenaza para la seguridad nacional de país alguno. Por el contrario, en todo el mundo gozan de la reputación de ser pacíficos, industriosos, de recta moralidad y respetuosos de la ley, cualidades que, estoy seguro, también se promueven en un país como Rusia.

Es una incongruencia que Rusia los considere un peligro para la nación cuando en España, Italia, EE.UU. y otros muchos países se agradece y reconoce la labor de los testigos de Jehová en las prisiones, contribuyendo a socializar a los presos e intentar que mejoren su vida abandonando conductas y actitudes belicosas y agresivas. Es más, incluso las autoridades penitenciarias -tras ver los cambios positivos operados en muchos presos- habilitan salas en las prisiones para que los testigos de Jehová puedan ofrecer cursos bíblicos y reunirse con los presos.

Es una incongruencia esa decisión de Rusia cuando en algunos países -como Tailandia- las autoridades han pedido expresamente la colaboración de los testigos de Jehová y se valen de sus publicaciones bíblicas para educar a sus funcionarios públicos para un programa que abarca temas como la crianza de los hijos, la salud mental y física, y la prevención de la violencia doméstica. Curiosamente esas publicaciones son las mismas que el gobierno ruso considera “extremistas”.

Es verdad que, por adherirse con firmeza a las normas que la Biblia da para los cristianos, en ocasiones se ha interpretado o representado mal la postura de los Testigos de Jehová. Sin embargo, ¿no es también cierto que al fundador del cristianismo se le representó falsamente como enemigo del “César”, el gobierno de su tiempo, y hasta se le imputó traición? Los Testigos de Jehová solo siguen el ejemplo de Jesús y los primeros cristianos. Respetan a los gobiernos de las naciones donde viven, pagan sus impuestos, nunca mejor dicho, con ‘religiosidad’, y promueven la moralidad. Son ciudadanos concienzudos y rectos. Jamás han participado en actos subversivos en ningún país, y puedo asegurarles que su actividad en Rusia no representa ni representará jamás una amenaza para los intereses nacionales del Estado.

Los medios de comunicación han hecho del conocimiento público las medidas represivas del gobierno contra los Testigos de Jehová de Rusia, lo que alarma a intelectuales, y al mundo profesional en su conjunto. La situación preocupa, sobre todo, a los más de 20.000.000 de compañeros que estos Testigos tienen por todo el mundo.

Aprovecho este espacio para pedirles que utilicen su buen oficio para corregir esta inquietante situación y otorgar a los Testigos de Jehová de su país la libertad de culto y de conciencia que garantiza la Constitución rusa.

Creo que una conversación sincera con algunos representantes de los Testigos de Jehová contribuiría a disipar cualquier malentendido sobre su organización a escala nacional e internacional, y sobre sus actividades, y a constatar que el gobierno de Rusia no tiene nada que temer de los Testigos de Jehová.

EL OBSERVADOR PREOCUPADO