Alguien comparó la educación de los hijos con el trabajo del jardinero. No es suficiente con echar semilla y ver qué pasa después de algún tiempo. Se requiere mucho tiempo, dedicación y esfuerzo para preparar la tierra, sembrar, regar, fumigar, abonar y nutrir la planta. Después de algunos meses se ve el fantástico resultado y la recompensa a dicha dedicación.

También se puede aplicar a la educación de los hijos. Sí, educar a nuestros hijos requiere mucha dedicación si se quiere conseguir que sean buenas personas y buenos ciudadanos que contribuyan a dar estabilidad y empaque a la sociedad actual.

Pero, como padres nos encontramos con un problema –entre otros muchos-. El Art. 154 del Código Civil español indicaba que “los padres podrán también corregir razonable y moderadamente a los hijos”. Y resulta que los educadores y legisladores modernos han derogado esa parte, por lo que “educar es ‘interferir’ y que no hay que interferir, y que no hay que atentar contra su integridad física y psíquica.” Vamos, que puedes tener problemas con la Ley si le das un “cachete” a tu niño pequeño, aunque sea sin ninguna agresividad o violencia.

Emilio Calatayud (atr.)El otro día estuve escuchando a un magistrado con “sentido común” –que suele ser el menos común de los sentidos-, que hacía un análisis de esto que acabamos de comentar. Es juez de menores de Granada (España), Emilio Calatayud, con más de 35 años como magistrado y conocido por imponer sentencias rehabilitadoras y ejemplarizantes que buscan educar y recuperar al menor para la comunidad, y no solo castigar. Entre algunas de ellas están:

  • 100 horas de servicio a la comunidad patrullando junto a un policía local por haber conducido temerariamente y sin licencia.
  • 50 horas dibujando un cómic de 15 páginas, en el que cuenta la causa por la que le condenaban.
  • Visitas a la planta de traumatología de Granada por conducir un ciclomotor sin seguro de circulación.
  • Para un joven que circulaba borracho, visitar durante un día entero a parapléjicos, hablar con ellos y sus familias para elaborar más tarde una redacción.
  • Trabajar con los bomberos por haber quemado papeleras.
  • Trabajar en un centro de rehabilitación por haber acosado a una anciana.
  • 200 horas en una tienda de juguetes por haber robado ropa.

Este juez hacía algunas reflexiones sobre esta ley, y comentaba que no se debe confundir el “dar un cachete” a un hijo con maltratarlo, y preguntaba cómo se puede educar sin llegar a interferir, pues si le das un cachete al niño se considera «violencia», y si se le dice “no”, el niño se «traumatiza». El juez Calatayud ponía un ejemplo:

Un niño de 3 años va a meter los dedos en un enchufe. ¿Qué hacer? Solo hay 2 posibilidades:

    1. Darle un golpecito en la manita y decirle “pupa nene”, y a la tercera vez ya no lo hace.
    2. Darle la explicación: “Mira niño, no metas los dedos en el enchufe porque puedes originar un cortocircuito de consecuencias irremediables.”

¡Claro! Te pones a razonar con el niño; pero, para entonces, ya se te ha electrocutado el niño. Así que la única posibilidad de evitar que el niño se electrocute es causándole un trauma o un maltrato.

Esto ha provocado el desconcierto de muchísimos padres, que no saben cómo actuar, al tiempo que ha provocado que muchos hijos menores se envalentonen y amenacen a sus padres con denunciarlos si les ponen normas de conducta y/o ciertas restricciones. Sin embargo, los padres sí son responsables subsidiarios por los daños que causen sus hijos. Así, se ha pasado de la «esclavitud a los padres», que había antes, a la «esclavitud a los hijos», que hay ahora. Sí, no hay principio de autoridad.

Pero, los hijos olvidan que la ley, aunque les otorga algunos derechos, también establece obligaciones para ellos. El Código Civil, Art. 155, establece:

Los hijos deben:

  • Obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad y respetarles.
  • Contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella.

Es decir, que si tienen ingresos, por ley, deberían aportar al hogar una cantidad económica razonable para ayudar a cubrir los gastos que en él se produce.

Finalmente, Emilio Calatayud, hacía referencia a un decálogo para los padres, que proviene de las experiencias de la Policía, y que lleva muchos años diciéndolo porque sí tiene algo de verdad:

  1. Comience desde la infancia a darle a su hijo todo lo que le pida. Así crecerá convencido de que el mundo le pertenece.

  2. No le dé ninguna educación espiritual. Espere que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

  3. Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto le animará a hacer más cosas graciosas.

  4. No le regañe nunca ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.

  5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, ropa, zapatos, juguetes. Hágaselo todo. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.

  6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide que sus platos, manos, cubiertos y vasos estén esterilizados; pero que su mente se llene de basura.

  7. Discuta y riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño. Así no le sorprenderá ni le dolerá demasiado el día en que la familia quede destrozada para siempre.

  8. Dele todo el dinero que quiera gastar. Que no vaya a sospechar que para disponer de dinero es necesario trabajar.

  9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podría producirle frustraciones.

  10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que, de verdad, lo que quieren es fastidiar.

Por eso, el Sr. Calatayud da tanta importancia a educar a los hijos inculcando, especialmente, sus obligaciones y deberes –algo que muchas veces los padres no hacen- y no sólo en sus derechos. Con una educación así, que consiga grabar esas responsabilidades en los niños, se podrán conseguir unos adultos que aporten grandes valores a la familia y a la sociedad y hagan más estables a ambas.

En realidad, todo se resume en unas palabras expresadas por el sabio rey judío, Salomón, del siglo XVIII a. JC., quien expresó en su libro de Proverbios, que aparece en la Santa Biblia:

“Dale buena educación al niño de hoy, y el viejo de mañana jamás la abandonará.”

J.A. Talz

Agradecimiento foto Emilio Calatayud: Luis Miguel Bugallo Sánchez (Lmbuga), CC BY-SA 3.0

Link Youtube: La educación en España de un extremo al opuesto