Esta leyenda, parte del acervo popular en la ciudad de Huesca y también en el resto de Aragón, cuenta la decapitación de 12 nobles por parte del rey Ramiro II el Monje, quien heredó el trono de Aragón de su hermano Alfonso I el Batallador, tras morir sin hijos.

Ramiro II estaba preocupado por la desobediencia y rebeldía de sus nobles, por lo que mandó un mensajero a su antiguo maestro, el abad de Saint Pons de Thomières, pidiéndole consejo. Después de escuchar al emisario real, el abad le llevó al huerto del monasterio y cortó las hojas de col que más sobresalían (otros hablan de rosas). A continuación ordenó al mensajero que narrara al rey lo que había visto.

Ramiro II hizo llamar a los principales nobles para que vinieran a Huesca, con la excusa de hacer una campana cuyo tañido se oiría en todo el reino. Una vez allí, les hizo entrar uno de uno en uno para ver la campana, y según entraban, un verdugo les cortaba la cabeza. Después las colocó en círculo, y la del obispo de Jaca, el más rebelde, la colocó en el centro a modo de badajo. Luego dejó entrar a los demás nobles para que vieran tan singular campana y así escarmentaran. Con esto se sofocó la revuelta.

J.A.T.