Aunque este artículo podría haberse incluido en la sección de «¿Sabías que…?» o «Curiosidades», hemos decidido incluirlo en esta sección «El observador» para que forme parte del conjunto de artículos que iremos publicando sobre un aspecto sumamente interesante de la medicina como es el uso tradicional de las transfusiones de sangre en intervenciones quirúrgicas así como los nuevos avances en esta ciencia: el apasionante mundo de la denominada «cirugía sin sangre». Previamente, este artículo recopila algunos detalles sobre este elemento vital.

“El líquido de la vida” o “el oro rojo” son alguno de los apelativos apropiados que recibe el valioso elemento que tenemos en nuestro sistema circulatorio: la sangre. “Líquido de la vida”, porque es lo que mantiene con vida a los seres humanos y animales de este planeta, y “oro rojo” porque se ha convertido en una fuente de ingresos importantísima, en especial para las empresas farmacéuticas.

¿Pero qué hace que la sangre tenga tanto valor? Veamos algunos datos interesantes sobre la sangre.

En su circular por el organismo, la sangre realiza, básicamente, 2 tareas: transportar oxígeno y nutrientes, y recoger la “basura”, los elementos que éste no necesita, para expulsarlos del cuerpo. La sangre está formada por 4 componentes “mayores” o principales:

  • Plasma: alrededor del 55%
  • Glóbulos rojos (eritrocitos o hematíes): cerca del 45%
  • Glóbulos blancos (leucocitos): alrededor del 0,1%
  • Plaquetas (trombocitos): alrededor del 0,17%

Las funciones que ejercen cada uno de estos componentes son:

Plasma: es la parte líquida en el que navegan el resto de componentes de la sangre. Su composición es:

  • 91,5%: agua,
  • 7%: proteínas:
    • Albúminas: 4% del plasma
    • Globulinas: alrededor del 3%
    • Fibrinógeno: menos del 1%
  • 1,5%: nutrientes y sales, hormonas, electrolitos, gases respiratorios, vitaminas y desechos nitrogenados.

Glóbulos rojos: también se denominan hematíes o eritrocitos (del griego erythrós, “rojo” y kytos, –latín: cytos– “célula”-), los cuales transportan el oxígeno a los tejidos del cuerpo y eliminan el dióxido de carbono. Esta célula, de 7,8 mm de diámetro y un espesor de 0,8 mm en su parte central y 2,6 mm en el borde, se produce en la médula ósea y es regulada por la eritropoyetina.

Cuando la oxigenación de los tejidos disminuye, la eritropoyetina estimula a la médula ósea para que aumenta su producción de glóbulos rojos. Estos contienen una proteína llamada hemoglobina –la que les da el color rojo característico-, y es la que se encarga de transportar el oxígeno desde los pulmones al resto del cuerpo. Los valores aproximados son de 4,32-5,72 millones (varones) y 3,9-4,03 millones en mujeres.

Glóbulos blancos: también denominados leucocitos (del griego leukós, “blanco” y kytos –latín: cytos– “célula”), se encargan de crear anticuerpos y así defender al cuerpo de las infecciones.

Generalmente, hay 5 tipos de glóbulos blancos:

Plaquetas: también denominados trombocitos (del griego thrombos, “coágulo” y kytos –latín: cytos– “célula”), desempeñan una función primordial en el proceso de coagulación de la sangre, previniendo y controlando las hemorragias. La trombopoyetina es la sustancia que estimula a la médula ósea para que produzca trombocitos.

Las plaquetas trabajan en fases cuando hay una herida abierta:

  • Secreción: los gránulos (unos saquitos del interior de las plaquetas) secretan unas señales químicas.
  • Adhesión: se adhieren a la zona dañada y se distribuyen por toda ella para frenar el sangrado.
  • Agregación: Esas sustancias químicas atraen a otras sustancias para ayudar a taponar la herida, como el fibrinógeno, reaccionando a la trombina -una enzima- que se transforma en fibrina, una proteína fibrilar, que actúa a modo de pegamento entre las plaquetas, creando y manteniendo una costra en la herida hasta que aparezca una nueva capa de piel.

Cuando la herida es muy grande y no es suficiente con este proceso, entran en acción otras proteínas, conocidas como “Factores de coagulación” que colaboran para solidificar el coágulo.

Su recuento en sangre es de unos 150.000-450.000 por mm cúbico, y suelen vivir en el torrente sanguíneo unos 5-10 días.

A medida que la medicina va descubriendo más cosas sobre la sangre y nuestro organismo, podemos clamar a voz en grito (y da lo mismo que seamos altos o bajos, gordos o delgados, guapos o feos) … «¡¡¡Qué cuerpo más maravilloso tengo!!!»

EL OBSERVADOR
Agradecimientos: National Cancer Institute (USA)

La próxima semana abordaremos el tema: «La sangre como medicina (I): Extracción»