«Porque viendo enmendados a algunos que antes de ser …… eran hombres ruines, expuestos a cometer cualquier género de maldad, viéndolos ya corregidos, dicen: ¡Qué mujer! ¡Cuán lasciva, cuán festiva la conocí! Ya es….

¡Qué mozo! ¡Cuán torpe, cuán enamorado lo conocí! Ya es……

Que a toda enmienda de vida se imputa el nombre.

Instan precipitadamente que es culpable el nombre que confiesan quita el vicio».

¿De quién hablaba el autor?

¿Qué pondrías tú, amable lector, en los puntos suspensivos?

Estamos viviendo una época muy compleja, personas como tú y como yo que intentan llevar una vida tranquila y que son amables con sus vecinos, que han cambiado actitudes violentas, defectos graves en su vida y, probablemente, están entre los mejores vecinos que pudiéramos desear, están en prisión porque son……

El autor de las palabras entrecomilladas fue Tertuliano, vivió entre los años 160 y 220 después de Jesucristo. Podemos leer estas palabras en el capítulo III de su obra «Apología contra los gentiles».

¿Qué diría hoy Tertuliano de la falta de libertades (de conciencia, de religión…), violación de derechos humanos como en Rusia, Eritrea, Singapur, Tayikistán, Turkmenistán y un largo etcétera?

Por cierto, casi me olvidaba, en los puntos suspensivos hay que añadir la palabra «cristiano», y, como él decía, «que a toda enmienda de vida se imputa el nombre. Instan precipitadamente que es culpable el nombre que confiesan quita el vicio»

DGM