El Castillo de Santa Catalina es una fortificación construida a finales del siglo XVI por el ingeniero Cristóbal de Rojas. En la actualidad es un espacio cultural, con salas permanentes sobre historia local y salas de exposiciones temporales, talleres para escolares, celebrándose conciertos y otras actividades en el patio de armas. Conozcamos algo de su historia.
Charles Howard
En 1596, España se hallaba inmersa en una guerra con los ingleses además de en la guerra de Flandes. La armada inglesa atacó Cádiz con 150 naves (17 eran de la Royal Navy), 6.360 soldados profesionales pagados, 1.000 voluntarios y 6.772 marineros. La flota estaba al mando del almirante Charles Howard y el ejército de Robert Devereux II, conde de Essex. A estos se unieron 20 naves holandesas con 2.000 hombres a bordo, liderados por el almirante John de Duyvenvoorde, quienes se pondrían bajo órdenes inglesas.
La falta de previsión y organización de los españoles y su escasa resistencia permitieron una rápida victoria inglesa, siendo destruidas las 40 naves de la flota española, situada en la bahía, y siendo saqueada la ciudad. Capturaron a varias personalidades y se las llevaron a Inglaterra en espera del cobrar el rescate. Ese año, España se declaró en bancarrota.
Al año siguiente, el rey Felipe II decidió reforzar la defensa de la ciudad, y el 25 de octubre de 1597 promulgó la Real Célula que ordenaba la construcción de este castillo. Decidió encargar el trabajo a Cristóbal de Rojas, un ingeniero militar, aunque este murió en 1614, antes de terminar su proyecto. Lo continuó Ignacio de Sala, quien no siguió el proyecto original, por lo que el resultado final fue menos ambicioso que el previsto.
Vista aérea del Castillo de Santa Catalina.
Tiene una planta estrellada -de influencia italiana- con tres fortalezas de planta triangular asentadas sobre la playa y otra abierta a la ciudad donde está situada la única puerta, protegida por dos baluartes, y un foso que regulaba su nivel de agua mediante esclusas. Oficialmente se terminó el 5 de septiembre de 1621.
En 1693, durante el reinado de Carlos II se construyó la sacristía y la capilla, dedicada a Santa Catalina de Alejandría y a la Purísima Concepción.
El 29 de agosto de 1769, Carlos III lo convirtió en prisión militar para personalidades destacadas, a personas de “mayor carácter” o de condición superior. Algunos de ellos fueron los numerosos liberales que aprobaron y apoyaron “la Pepa”, la Constitución de 1812, traicionados por el considerado peor rey de España, Fernando VII, o liberales e independentistas americanos como José Mariano Abasolo, líder de la independencia de México (1816), muriendo aquí de tuberculosis. También estuvieron aquí algunos de los golpistas del 23-F de 1981.
Digno de mención es que, durante la dictadura franquista, la prisión acogió a un pequeño grupo de presos políticos y a los precursores de la objeción de conciencia en España, alrededor de 200 Testigos de Jehová (entre 1965-1976), quienes se negaban a realizar el servicio militar y, tras cumplir su condena, eran juzgados de nuevo por el mismo “delito” -algo ilegal-. Así lo expresó Antonio Zoido (filósofo de formación que ha dedicado su vida a la gestión pública y al estudio de la cultura tradicional andaluza) en el artículo aparecido en El País (04-09-2005): Tribuna: De cárcel a espacio cultural, El Castillo de Santa Catalina y la memoria histórica, .
A raíz de esto, se realizó la exposición “La verdad los hizo libres. Esta historia también merece contarse”, del 24/10/2017–25/02/2018, organizada por la Fundación Municipal de Cultura y la Delegación de Memoria Democrática (ambas del Ayuntamiento de Cádiz) y el Círculo Europeo de Antiguos Deportados e Internados Testigos de Jehová.
En 2018, el propio Ayuntamiento de Cádiz colocó una placa en el recinto del Castillo de Santa Catalina con el siguiente texto:
“Durante el régimen franquista, siendo el Castillo de Santa Catalina un penal militar, más de trescientos jóvenes testigos de Jehová cumplieron condena –entre los años 1965 y 1976– por negarse a prestar el servicio militar debido a su objeción de conciencia”.
J.A.T.
