Alcázar Viejo
El barrio del Alcázar Viejo era el lugar donde se establecieron los judíos tras la conquista cristiana de la ciudad, en 1236, a manos de Fernando III El Santo. Tras la conquista, los judíos se verían favorecidos por una política de tolerancia, volviendo a recuperar parte del esplendor perdido durante la dominación almorávide y almohade. El rey concedió los mismos derechos a cristianos, judíos y musulmanes en el fuero y asignó a los judíos el recinto de la vieja judería, otorgándoles licencia para la construcción de una sinagoga adicional, a pesar de la oposición del cabildo.
Alfonso X el Sabio trató de mejorar la suerte de los judíos, otorgándoles privilegios y derechos de diverso orden: se ampliaron sus barriadas y, en 1272, mandó cerrar el barrio con un muro que los aislaba del resto de la población. Esta medida no tenía tanto un objetivo segregacionista como de seguridad de los judíos y es una muestra del clima antijudío que comenzó a desarrollarse en las juderías andaluzas. La aljama de Córdoba abarcaba el espacio entre la Puerta de Almodóvar, la Catedral y casas del Obispo, incluyendo el Castillo de la Judería –un antiguo alcázar almohade-.
En 1478, el corregidor Francisco Valdés volvió a trasladar a los judíos hasta el barrio del Alcázar Viejo. Sin embargo, la comunidad judía hizo una reclamación ante el rey Fernando El Católico y logró volver a su antiguo recinto un año más tarde (1479). Años más tarde, los judíos fueron trasladados a la colación de San Nicolás de la Villa debido a las malas condiciones de higiene del Alcázar Viejo.
Junto a la Puerta de Sevilla, -así se le llamó desde la Edad Media ya que era la salida que conectaba más directamente con esa ciudad- hay una estatua en honor al famoso poeta Ibn Hazm, quien nació en los últimos años del siglo X, justo antes de la crisis que acabaría para siempre con el Califato de Córdoba. Provenía de una familia muladí que vivía de la explotación de una finca por Montíjar, cerca de Huelva. Se sabe que su padre, Ahmad, fue un hombre culto y hábil, ya que, una vez que hubo entrado en el mundo político cordobés, se ganó la confianza tanto del Califa como del visir, Almanzor, llegando a ser nombrado él mismo visir y tomando el mando cuando se ausentaba Almanzor.
Su obra más famosa es Ṭawq al-ḥamāma o El collar de la paloma en la que trata el tema del amor, que escribió en Xátiva hacia 1023. Se trata de un libro de reflexiones sobre la verdadera esencia del amor, intentando descubrir lo que tiene de común e inmutable a través de los siglos y las civilizaciones de influencia neoplatónica, conocido en la cultura musulmana como «amor udrí», incluyendo detalles autobiográficos y documentales. Constituye también un diwan, o antología poética de tema amoroso, pues está empedrado de composiciones elegantes y refinadas.
También escribió numerosas obras filosóficas. Su pensamiento se basaba en Aristóteles.
Museo Casa Andalusí
En el nº 12 de la calle Judíos se abren las puertas de la Casa Andalusí, una lujosa vivienda del siglo XII anexa al lienzo occidental de la muralla de Córdoba que conserva un adarve abovedado.
La Casa Andalusí representa, desde el mosaico romano de su sótano hasta el salón morisco en el que se recrea la vida de los musulmanes cordobeses, la superposición de culturas de la que es producto la ciudad de hoy.
Una valiosa colección de objetos artísticos complementa la suntuosa decoración de la casa y del patio, fruto del trabajo del histórico comunista francés Roger Garaudy y de su esposa, la palestina Salma Farouqui, tras convertirse el primero al Islam e instalarse ambos en Córdoba.
J.A.T.
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