Lucio Anneo Séneca

Nació en Córdoba hacia el año 4 a. JC. y era conocido como Séneca el Joven para distinguirlo de su padre. Parece ser que pasó los primeros años de su vida en Roma bajo la protección de la hermanastra de su madre, su tía Marcia. Durante este tiempo, parece que le fue enseñada la retórica y fue introducido en el estoicismo por el filósofo Atalo; también estudió con Sotión, Papirio Fabiano y Demetrio.

Hacia el año 16, el esposo de su tía fue nombrado gobernador de Egipto por el emperador Tiberio, y Séneca los acompañó a Alejandría donde adquirió nociones de administración y finanzas, al tiempo que estudiaba geografía y etnografía de Egipto y de la India. En el 31 regresó a Roma y por influencias fue nombrado cuestor (un tipo de magistrado), pretor y senador del Imperio en los mandatos de Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón (de éste fue también tutor y consejero). Llegó a ser un brillante orador y escritor.

Después de una vida azarosa en la corte romana, en el año 65 se le acusó de estar implicado en la famosa conjura de Pisón contra Nerón. Aunque no existieran pruebas firmes en su contra, esta conjura le sirvió a Nerón de pretexto para purgar a la sociedad romana de muchos patricios y caballeros que consideraba subversivos o peligrosos, y entre ellos se encontraba el propio Séneca, por lo que, junto con muchos otros, fue condenado a muerte.

Sabiendo que Nerón actuaría con crueldad sobre él, decidió abrirse las venas, cortándose los brazos y las piernas. Su esposa Paulina le imitó para evitar ser humillada por el emperador; pero los guardias y los sirvientes se lo impidieron (otras fuentes afirman que realmente se suicidó, aunque Suetonio afirma que vivió hasta el principado de Domiciano). Séneca, al ver que su muerte no llegaba, le pidió a su médico Eustacio Anneo que le suministrase veneno griego (cicuta), el cual bebió aunque sin efecto alguno. Pidió finalmente ser llevado a un baño caliente, donde el vapor terminó asfixiándolo, víctima del asma que padecía.

Al suicidio de Séneca lo siguieron, además, el de sus dos hermanos y el de su sobrino Lucano, sabedores de que la crueldad de Nerón también recaería sobre ellos. El cuerpo de Séneca fue incinerado sin ceremonia alguna. Así lo había prescrito en su testamento cuando, en sus tiempos de riqueza y poder, pensaba en sus últimos momentos.

J.A.T.

Agradecimiento foto Séneca: PRA, CC BY-SA 3.0