Entre las riquezas culturales que ofrece la ciudad de León se halla el Museo Casa Botines Gaudí, edificio de estilo neogótico y modernista, diseñado por el famoso y singular artista catalán Antoni Gaudí.
Este es uno de los 3 edificios que Gaudí construyó fuera de Catalunya, junto a “El Capricho” -en Comillas (Cantabria)- y el Palacio Episcopal de Astorga-, que ya se comentó en el artículo Astorga-Palacio Episcopal.
Fue la primera casa de vecinos que construyó el genial Gaudí. La planta baja se destinó a albergar los almacenes textiles Fernández y Andrés, de los comerciantes de tejidos Simón Fernández Fernández y Mariano Andrés Simón. Estos fueron sucesores de la empresa fundada por Joan Homs i Botinàs -de ahí el nombre de Botines– para la venta de tejidos comprados, en su mayoría, a la empresa de Eusebi Güell, en Catalunya.
Fernández y Andrés compran un terreno junto al Palacio de los Guzmanes, en la Plaza de San Marcelo, Güell les recomendó que contactaran con el arquitecto Antoni Gaudí, de quien era su mecenas. Para ese tiempo, Gaudí estaba terminando la restauración del Palacio Episcopal de Astorga.
Uno de los aspectos más importantes fue la cimentación que llevaría el edificio. Hemos de decir que León es una ciudad rodeada por dos ríos, el Bernesga y el Torío, y, la zona donde se pretendía construir estaba situada en el valle aluvial del Bernesga, por lo que ese terreno cenagoso no era estable. De hecho en la Edad Media se le conocía como “La Laguna”, una especie de ciénaga que, con el paso de los siglos, fueron creando sedimentos.
Así construir sobre este inestable terreno no parecía tener mucha lógica. Como Gaudí era consciente de que no era posible llegar hasta el firme natural (a 5 m. de profundidad) optó por usar un sistema de zapatas corridas en los muros perimetrales y columnas sobre pilotes de cantos rodados elevando una mole de piedras sobre un terreno inestable. De esta forma, Gaudí aprovechó el drenaje de 4 metros de sedimentos acumulados durante casi 19 siglos, cimentando hasta la mitad.
Este proyecto de edificar sin muros de carga creando una planta libre (algo inaudito en León y tan solo visto en ciudades como París o Londres), unido al hecho de que no era leonés, creó cierto recelo y polémica entre los habitantes de la ciudad.
Durante la construcción, las ménsulas que sostienen los torreones se tuvieron que apuntalar, lo que llevó a pensar a muchos leones que el edificio se vendría abajo; e incluso, se generalizó una canción entre los niños que decía: “¡Botines se cae, se cae!”.
Los planos se terminaron en diciembre de 1891. Las obras empezaron en enero de 1892, acabándose en el mes noviembre, tras 10 meses de construcción.
En la planta baja y en el semisótano se ubicarían la tienda y almacén de tejidos.
La planta principal tendría 2 viviendas, una para cada propietario, y los otros pisos tenían 4 viviendas por piso.
Tiene una planta trapezoidal por la forma del solar. La fachada norte tiene 35,5 m; la sur, la principal, 28,5 m; la este, 25 m y la oeste, 20 m. Cada entrada accedía a una parte concreta: la puerta principal de la Plaza de San Marcelo daba acceso a las oficinas y a la tienda. La trasera llevaba al almacén, y las laterales, a las viviendas. Las ventadas de los cuatro lados son iguales, menguando su tamaño a medida que suben de planta.
J.A.T.
Agradecimiento: Foto El Capricho: Triplecaña – CC BY-SA 4.0
Damos un especial reconocimiento y agradecimiento a Marta Sabugo, del Área de Educación, Acción Cultural y Difusión de Casa Botines, por su valiosa aportación y colaboración para el texto e imágenes de este artículo.