París: Plaza de la Concordia y el Obelisco de Luxor
Esta es la 2ª plaza más grande de Francia después de la Plaza de Quinconces, en Burdeos.
La Place de la Concorde se remonta a la época de Luis XV, quien decidió la realización de una plaza con su estatua ecuestre al centro para celebrar su recuperación tras una grave enfermedad, siendo construida entre 1757-1779.
1789. El 6 de octubre, el populacho lleva a Luis XVI, María Antonieta, y al delfín (el futuro Luis XVII) desde Versalles a París, haciendo su entrada al Palacio de las Tullerías atravesando la Plaza Luis XV.
1792. El 11 de agosto, la estatua de Luis XV es derribada de su pedestal y luego enviada a la fundición, rebautizándose la plaza como “Plaza de la Revolución”. Durante la Revolución Francesa, la plaza es el lugar de paso obligado por los cortejos, improvisados o preparados, por el protocolo de las fiestas.
En este sangriento escenario se instala aquí la famosa guillotina donde fueron decapitadas alrededor de 1.200 personas, entre ellos Luis XVI y María Antonieta o Robespierre.
Con el fin del Reinado del Terror, el gobierno decide rebautizar la Plaza de la Revolución como Plaza de la Concordia.
1795. La plaza cambiará su denominación a Plaza de la Concordia de forma definitiva.
1829. Jean-Francois Champollion, al que se considera padre de la egiptología al conseguir descifrar la escritura jeroglífica mediante el estudio de la Piedra Rosetta, mientras estaba en Egipto se enteró de que los ingleses querían comprar varios obeliscos. Así, para salvar uno de los obeliscos de Luxor, propuso que Francia lo comprase por 300.000 francos.
No obstante, existe otra versión: que el rey Luis XVIII se lo “cambió” al gobernador egipcio, Muhammad Alí, por un reloj que nunca funcionó, y que se conserva en la “Mezquita azul” de El Cairo. Según los egipcios, esta versión es la verdadera.
1836-1840. Se coloca en la plaza este enorme obelisco de 23 metros de altura y 227 toneladas de peso, y desde el que se tiene una perspectiva muy bonita, por un lado, de los Campos Elíseos y el Arco del Triunfo, y por otro, de los Jardines de las Tullerías con el Museo del Louvre al fondo.
J.A. Talz