Ronda: Qué ver
Ronda
ALMINAR DE SAN SEBASTIÁN
El alminar o minarete forma parte de la arquitectura árabe y sirve para que el muecín llame a los fieles a la oración.
Este es una pequeña torre de ladrillo que formaba parte de una de las mezquitas árabes existentes en la medina y que más tarde sirvió de campanario de la desaparecida iglesia del mismo nombre. Sus dos primeros cuerpos (tercio inferior y tercio medio) se construyeron en el siglo XIV, y el tercio superior fue construido tras la conquista castellana de la ciudad.
En 1931 fue declarado monumento histórico-artístico.
PALACIO DE MONDRAGÓN
También se le conoce como Palacio del Marqués de Villasierra y actualmente es la sede del Museo Municipal de Ronda (histórico y arqueológico), el edificio civil palaciego más significativo de Ronda.
Es un palacio de esencia árabe, en el que residió el rey Abbel Malik (o Abomalik), hijo de Abul Asan, sultán de Marruecos.
De la época musulmana, solo quedan unos pasadizos subterráneos que comunican el jardín con el antiguo alcázar, el trazado de la planta y los cimientos.
Cuando estaban en Ronda, los Reyes Católicos se alojaban aquí. Posteriormente, su propietario será el capitán Melchor de Mondragón (su escudo está en el pórtico) y el palacio recibirá su nombre. Después Francisco Valenzuela, Marqués de Villasierra, será su dueño (también el palacio es conocido por este nombre).
Será durante esta época cristiana cuando se lleven a cabo las obras más importantes.
PLAZA DE TOROS
La plaza de toros de Ronda es de las más antiguas de España y una de las más monumentales que existen.
En 1572, Felipe II fundó la Real Maestranza de Caballería de Ronda, pues era necesario defender el territorio, y así se podrían adiestrar a los caballos, y entre sus ejercicios se incluía juegos de destreza con los toros, lo que requería un entrenamiento diestro y exigente.
A partir del siglo XVIII aparecen los toreros a pie, por lo que no es casual que Ronda sea una de las cunas de la tauromaquia moderna, surgiendo la familia Romero –con 3 generaciones que aportaron grandísimos toreros-: Francisco Romero (1700-1763), al que se le atribuye notables aportaciones a la lidia moderna como el usar la muleta y el estoque para matar al toro frente a frente; su hijo, Juan, y sus nietos, Pedro, Antonio y José.
Pedro Romero (1754-1839), se retiró habiendo matado 5.000 toros sin haber sufrido nunca una cornada, el último con 77 años, brindándolo a la futura reina Isabel II de España. Pedro y su hermano José fueron retratados por Francisco de Goya.
Este auge del toreo hizo que se construyera –en 6 años- esta afamada plaza, obra atribuida a Martín de Aldehuela, quien también construyó el Puente Nuevo. Se inauguró en 1785 con el cartel de Pedro Romero El Infalible y José Delgado Guerra Pepe-Hillo. Tiene el ruedo más grande del mundo con 66 metros de diámetro. Los tendidos tienen 5 filas de gradas en 2 pisos con 136 columnas que forman 68 arcos. Su tejado es de teja árabe, y tiene capacidad para 5.000 personas.
Ya en el siglo XX aparecieron otros toreros rondeños, figuras básicas del toreo, como Cayetano Ordónez (1904-1961) y su hijo, Antonio Ordóñez (1932-1998) –sus estatuas están situadas junto a la plaza de toros de Ronda- , cuyo estilo de toreo llamó la atención de Ernest Hemingway y Orson Welles. A Cayetano se le conocía como El Niño de la Palma, ya que su padre tenía una zapatería llamada “La Palma”.
En 1954, Cayetano instituyó la Corrida goyesca para celebrar el bicentenario del nacimiento de Pedro Romero, corrida de toros que sigue el estilo y vestimenta de los tiempos de Goya (de ahí el nombre) y que perdura hasta nuestros días.
MUSEO DEL BANDOLERO
Este museo se fundó en 1995 y es único en España sobre esta materia, haciendo una exposición histórica de este fenómeno social tan mitificado. El que la casa donde está situado tenga más de 100 años ayuda a crear el ambiente propicio para sumergirnos en esta historia.
Podremos encontrar unos 1.390 objetos como fotografías, datos, documentos, libros y sucesos de cada uno de los bandoleros que rondaron por la Serranía, desde el siglo XVIII hasta principios del siglo XX.
Este museo consta de 5 salas:
Sala de los Viajeros Románticos y documentación. Exposición de láminas de la época y documentos históricos diversos, como Cédulas y Reales Decretos, sentencias judiciales, partidas de bautismo, certificados de defunción y matrimonio de los principales bandoleros, peticiones de indulto, etc.
Sala “Vivir el Bandolerismo”. Podemos ver fotografías, armas, monedas, sellos oficiales, oleos y un diorama con la escena de un secuestro, un mesón y la cueva donde pasó sus últimos días “Pasos Largos” así como objetos personales (la billetera y la Cruz de Caravaca de “Pasos Largos”).
Sala “Los Hombres y los Nombres”. Dedicada a los conocidos bandoleros que aún perduran en el recuerdo y pertenecientes al periodo romántico del bandolerismo: Diego Corriente, José María El Tempranillo, José Ulloa El Tragabuches y otros. Contiene paneles con litografías que representan la vida de los bandoleros.
También podemos ver una pieza única en el mundo del bandolerismo: Un retrato de “El Tempranillo” hecho a lápiz por John Frederick Lewis. Es de inmenso valor ya que fue el único retrato para el que este bandido posó. Normalmente, los artistas basaban la apariencia física de los bandoleros en su imaginación, en alguna experiencia personal con ellos o en las descripciones físicas hechas por terceras personas. Pero era muy poco frecuente que alguno de ellos posara.
Sala “Los que siguieron el rastro”. Mención especial a la Guardia Civil, cuerpo que se distinguió en la lucha contra el bandolerismo, conteniendo uniformes de la época, material gráfico y documental y hasta una maqueta presentando un tiroteo en el monte entre bandoleros y guardias. Hace un repaso por la historia del Cuerpo.
Dado el problema de inseguridad existente en el medio rural, en 1844 se creó un fuerza policial (considerada como sucesora de la antigua Santa Hermandad, que ya se había disuelto y tenía funciones parecidas) a instancias del militar y político Ramón Mª Narváez y Campos. Este encarga a organización de la Guardia Civil al Inspector General Militar, Francisco Javier Girón y Ezpeleta (II Duque de Ahumada y V Marqués de las Amarillas).
Sala “Armas y testimonios escritos”. Aquí encontraremos el armamento propio de los bandoleros con piezas originales de la época. En sus grandes vitrinas hay armas de distintos tipos:
Trabucos, escopetas y retacos que se cargaban con una bala o dos, trabucos, y otros accesorios como polainas para proteger las botas, balines, etc. La pieza más destacada es quizás un gran trabuco del año 1800 que, además de arma, podía usarse también como remo, en el caso de que se necesitara. Todos los trabucos tienen un solo cañón. Hay que explicar que originalmente los trabucos eran armas normales modificadas. Los bandoleros ampliaban la boca del cañón para que así, con la explosión de la pólvora que impulsaba la bala, el tiro fuese más dañino.
Siguiendo por su tamaño, encontramos las pistolas. Éstas eran armas diseñadas para utilizarlas a caballo o a pie, en caso de algún duelo o tiroteo de improviso. Por sus pequeñas dimensiones se podía guardar en el fajín, y es apta para tiros de corta distancia o a bocajarro.
Las últimas son las pistolas pequeñas, ideales para esconder en las botas o en alguna otra parte del cuerpo. Servían como último recurso si el bandido era capturado y desarmado, o bien para protegerse mientras dormía. Es por ello que jamás se desprendían de estas armas. Por su tamaño no eran muy potentes, pero lo suficiente como para poder permitir huir del enemigo. Según su mecanismo, las armas de los bandoleros solían ser de dos tipos: de percusión, como los revólveres, denominadas así porque el percutor golpeaba la bala; o de chispa. En éste tipo, un mecanismo con una piedra golpeaba al accionar el gatillo una pequeña carga de pólvora, que impulsaba la bala al explotar. Éste último era el más frecuente.
Encontramos una colección de libros que no se podrá encontrar en ningún otro lugar de España (625 ejemplares fechados desde 1811). En la última vitrina, la más pequeña, veremos un gran libro con la cubierta verde titulado “El Bandolerismo Andaluz”, escrito por Manuel Pérez Regordán, obra editada por el Museo como manual de consulta de la historia del bandolerismo universal. Además, a través del trabajo de investigación para la preparación de la misma, se hicieron descubrimientos hasta entonces desconocidos en el mundo del bandolerismo que, por su actualidad, sólo aparecen recogidos en éste libro.
También hallamos aquí la incidencia del bandolerismo en el cine y televisión, como “Curro Jiménez”, bandolero de ficción pero que se basa en un personaje real: Andrés López Muñoz “El barquero de Cantillana”, también conocido con Andrés El Barquero. A este personaje, uno de los bandoleros más famosos de su tiempo, y abatido, con tan solo 30 años, por la Guardia Civil en 1849, se le identifica con diversos nombres como Andrés Francisco López Jiménez, o Francisco (Curro) Antonio Jiménez Ledesma.
No podían faltar frases célebres de la época relacionadas con los bandoleros como:
“El Rey mandará en España, pero en la sierra mando yo.” –José María Hinojosa El Tempranillo
“Diego Corriente, el ladrón de Andalucía, el que robaba a los ricos y a los pobres socorría”–Canción andaluza popular a Diego Corriente
“Una mujer fue la causa de mi perdición primera; no hay perdición de los hombres que de mujeres no venga.”–José Ulloa Tragabuches
“Soy jefe de bandoleros y al frente de mi partida nada mi pecho intimida nada me puede arredrar.”–Copla anónima Popular a José María Hinojosa El Tempranillo
“Mejor quisiera estar muerto que preso para toda la vida en este Penal del Puerto, Puerto de Santa María.”–Juan José Mingolla Pasos Largos
“Yo no temo a los ladrones, si civiles me acompañan. ¡Viva la Guardia Civil, porque es la gloria de España!”–Versos del poeta bilbaíno Antonio Trueba (1851)
“Ahí va Diego Corriente con su caballo cuatralbo, su hembra en el pensamiento y su trabuco en la mano.” –Canción andaluza popular a Diego Corriente
Agradecimiento: Foto Plaza de Toros: Mihael Grmek – CC BY-SA 3.0
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