Sevilla: El Puente de Triana
La denominación oficial del Puente de Triana es “Puente de Isabel II” ya que se terminó en 1852 bajo el reinado de Isabel II. Es el primer puente fijo que se tendió sobre el río Guadalquivir, y el primero de la ciudad que se construyó en hierro y el más antiguo puente de hierro que se conserva en España. Fue obra de los ingenieros franceses Bernadet y Steinacher –entre 1845 y 1852-, siguiendo el modelo del desaparecido puente parisino del Carrousel (inaugurado en París en 1834).
Los romanos habían convertido a Hispalis (Sevilla) en un puerto importante y amurallaron la ciudad; pero no construyeron puente alguno. Más tarde, en el siglo IX, los árabes, bajo Abd al Raman II, tomaron la ciudad (Isbylia), y para poder cruzar el río se utilizaban barcas si la corriente no lo impedía.
Los almohades construyeron muchas infraestructuras, y así, en 1171, uno de sus califas, Abu Yaqub Yusuf, entre otras obras como la Giralda, decidió construir un puente de barcas que uniera ambas orillas –se hizo en 36 días-, utilizándose durante 7 siglos. Se unieron unas barcas –bastante altas para que el río no las llenase- con cadenas de hierro. (Unos historiadores dicen que había 17 barcas, mientras que otros dicen que 11 y que después se quedaron en 10). Entre ellas había cierto espacio para que pudiera pasar el agua. Sobre las barcas se situaron dos pasarelas de madera, una a cada lado. En los dos extremos del puente se erigieron dos pilares-base o malecones para anclar el puente a las orillas. También se instalaron 2 muelles flotantes en sus extremos con pieles de cabra hinchadas con aire para mitigar el efecto de las mareas, que van, aproximadamente, desde -1 metro en bajamar a 1,5 metros en pleamar.
Francisco Aguilar Piñal, uno de los más destacados historiadores sobre el siglo XVIII, en su obra Historia de Sevilla. Siglo XVIII, lo explica así: “El puente hacía un arco hacia el origen del río para contrarrestar la corriente. Medía 156 varas de largo y 15 de ancho. Los tableros de la superficie quedaban asentados sobre fuertes vigas, que, en número de 40, se fijaban a los bordes de las embarcaciones. Las 9 anclas que mantenían el puente en su sitio pesaban de 6 a 9 quintales cada una. Además se reforzaba esta resistencia mediante unos cables de 12 pulgadas de grueso.”
Lógicamente, como la madera se va pudriendo con el tiempo y por la humedad tenía que ser reparado de forma continua. A esto hay que añadir que cada cierto tiempo se producían crecidas e inundaciones, las cuales hacían que se soltara el puente, y aislaba la orilla de Triana de la ciudad hasta que era posible recomponerlo. El libro Historia crítica de las riadas y grandes avenidas del Guadalquivir hace referencia a 56 crecidas del Guadalquivir a su paso por Sevilla entre el año 1403 y el 1800.
En la parte derecha del lado de Triana, el puente se apoya en el solar del anterior Castillo de San Jorge. Esta fue una fortaleza de origen islámico, en la que tuvo la Inquisición sevillana tuvo su sede y se usó como prisión. Así que el puente también lo cruzaron los condenados por el Santo Oficio. Tras la supresión de la Inquisición a principios del siglo XIX, el castillo fue inmediatamente demolido.
Este también era el límite para los buques que navegaban por el río, los cuales al llegar a sus inmediaciones giraban en redondo, por lo que esa zona se conocía como “el compás de las naos”.
Durante los siglos XVII se intentó construir un puente de piedra; pero se desestimó por la impopularidad de subir los impuestos para cubrir su costo.
Finalmente en 1852 se inauguró el puente que permanece en nuestros días.
(J.A. Talz)
Crédito foto cabecera: Anual – Trabajo propio, CC BY 3.0