Sevilla: La Judería (Historia)
El término “judería” hacía referencia a la zona de una ciudad donde se concentraban las viviendas de los judíos. En ocasiones lo determinaba la Ley como lugar exclusivo de residencia de esta comunidad. Por extensión, se aplica a cualquier zona habitada mayoritariamente por familias judías.
En Sevilla, la Judería abarcaba los actuales barrios de Santa Cruz, San Bartolomé y Santa María la Blanca, separados del resto de la ciudad por una muralla. Probablemente esta judería ha sido, si no la más antigua de España, al menos sí una de ellas. Dada la importancia de Hispalis (Sevilla), los judíos debieron sentirse atraídos por su prosperidad y comercio.
Durante la conquista de España por los árabes, los judíos que contribuyeron a la invasión fueron respetados y tratados con generosidad por los musulmanes, permitiéndoles asentarse en todas las ciudades conquistadas, y gracias a su importancia en el campo económico y de los negocios tuvieron gran influencia. La judería sevillana fue una de las más numerosas y la más laboriosa de todas.
La invasión de los almohades, a mediados del siglo XII, al expulsar a cristianos y judíos de los territorios, hizo que la judería disminuyera su población, aunque siguió existiendo un núcleo de ellos. De hecho, tras la conquista, Alfonso X donó al rabino Yuçaf Cabaçay, una tienda en Sevilla ante la actual iglesia de Santa María.
Fernando III de Castilla, en 1248, conquistó Sevilla y tras ello, el núcleo judío empezó a crecer en la ciudad. Su modus vivendi era muy similar al que tenían los mudéjares (musulmanes que siguieron viviendo en territorio cristiano tras la conquista) a los que les permitía hablar su lengua, mantener sus costumbres y practicar su religión): los reyes protegían la práctica de la religión judía, podían tener sus propios jueces para casos civiles internos, y les cobraban algunos tributos especiales. No obstante, esta comunidad judía –la 2ª en importancia después de la de Toledo- tuvo más relevancia que la de los mudéjares, por lo menos hasta finales del siglo XIV ya que había un grupo de judíos ricos, almojarifes (palabra de origen árabe que significa tesorero) reales y municipales como:
Don Çulema = (Abũ-l-Rabí) Salomón ben Sadoq: almojarife del rey Alfonso X.
Don Zagde la Maleha = (Abũ Ibrãhim) Ishaq ben Sadoq: hijo del anterior, también fue almojarife de Alfonso X.
Judá Abrabanel: Almojarife mayor con Fernando IV.
En el siglo XIV se cambia esa denominación por la de Tesorero Mayor.
Samuel Ha-Leví: De la familia Abu-l-Afiyat, fue Tesorero Mayor y hombre de confianza del rey Pedro I El Cruel.
Yuçaf: Su nombre cristiano fue José Pichón y fue Tesorero Mayor del rey Enrique II de Castilla y, a su muerte, de su hijo, el rey Juan I de Castilla.
Samuel Abrabanel: Hijo de Judá Abrabanel, fue Contador Mayor de Juan I de Castilla. Adoptó el nombre de Juan Sánchez de Sevilla debido al clima antijudío generado por la guerra civil castellana. Era la época de los “marranos”, como se llamaba a los conversos –por convencimiento, por conveniencia o por necesidad-.
También eran ilustres judíos:
Ibn Gauison: Famoso talmudista.
Yosef ibn rabía Elazar: Sabio astrónomo.
Rabí Salomón: Médico, astrónomo y exegeta de gran mérito que brilló en el siglo XIV.
Abraham ibn Zarzal: Astrólogo y médico que sirvió a 3 reyes importantes de su tiempo: al sultán meriní de Fez Abu ‘Inan Feris, al emir nazarí de Granada Muhammad V y al rey castellano Pedro I.
Moshé ibn Zarzal: Hijo de Abraham. Fue un médico de gran reputación que estuvo al servicio personal del rey Pedro I.
Otras profesiones típicas, más o menos lucrativas fueron las de sastre, tejedor, platero, sedero, algunos mercaderes y artesanos de diverso tipo.
La judería se comunicaba con el campo y con la ciudad por 3 puertas:
- La que estaba fuera de la ciudad parece ser, según la mayoría de los autores, la actual Puerta de la Carne, a la que los árabes llamaban Bab el Chuar o Puerta de la Perlas.
- La puerta de hierro que tenía acceso a la calle Mesón del Moro.
- La puerta de San Nicolás, estaba frente a la calle Rodrigo Alfonso. También estaba la Puerta del Atambor –una puerta pequeña que daba a la calle Rodrigo Caro- que recibía ese nombre porque, por la noche, se cerraba a los sones del tambor del cuerpo de guardia. Las 3 puertas se cerraban al toque del ángelus y no se abrían hasta la mañana siguiente.
En 1252, Alfonso X les donó 3 mezquitas para que las reconvirtieran en sinagogas, correspondiendo a las actuales iglesias de Santa Cruz, San Bartolomé y Santa María la Blanca.
Durante los siglos XIII-XIV, los judíos contribuyeron a incentivar la economía de la ciudad, por lo que esta se convirtió en un punto neurálgico del comercio internacional, y su vez, la influencia de los judíos llegó hasta la propia Corte del rey con los personajes que hemos referido anteriormente. Su cénit llegó con Pedro I hasta su muerte convirtiéndose en el benefactor de los judíos de Sevilla. Ante tantas intrigas y traiciones el rey depositó su confianza, durante 10 años, en Samuel Ha-Leví, –ya comentado- alcanzando gran reputación y poder, llegando a ser nombrado Oidor de la Audiencia, un puesto clave en la administración de justicia. Su poder llegó al extremo de que el rey ignorara la legalidad con tal de complacerle. Como ejemplo, aunque Las Siete Partidas y el Ordenamiento de Alcalá prohibían expresamente la construcción de nuevas sinagogas, Samuel consiguió edificar en 1357-1358, la Sinagoga del Tránsito en Toledo, en cuyas paredes mandó grabar alabanzas al rey.
Esto también conllevó que fuera objeto de envidias, siendo acusado ante el rey de haberle robado sus impuestos. El rey creyó las acusaciones y fue encarcelado por traición y torturado, muriendo en las Atarazanas de Sevilla en 1360 antes de lograr el perdón. Se le confiscaron sus cuantiosos bienes –según se dice- ya que se le encontraron grandes cantidades de oro y plata, y también se incautaron sus propiedades en Toledo y Sevilla.
Empieza a fraguarse una animadversión hacia los judíos, motivada por varios aspectos:
- En 1348, se produce la epidemia de peste negra que asola Europa. Se busca una explicación a esto y las “conclusiones” a las que se llega son:
- Es un castigo divino contra los cristianos por permitir la presencia de una raza deicida (los judíos).
- Los judíos son culpables de envenenar los pozos de agua para propagar la peste con el objetivo de destruir a los cristianos.
- La guerra civil castellana por la Corona de Castilla.
- La subida al trono de los Trastamara, con Enrique II, que conllevaba una política de recortar y eliminar la influencia de los judíos.
- La fama de los judíos de ser ricos y usureros.
- A partir de 1354, los judíos de Sevilla fueron acusados de profanar la hostia.
- En 1379, Yuçaf (José Pichón), almojarife y Contador Mayor de Enrique II, es denunciado por los propios judíos y encarcelado por el rey. Pagó 40.000 doblones y a los 20 días fue liberado y restituido a sus funciones. Pero muere el rey, y algunos judíos, se presentaron en la coronación del rey para decirle que entre ellos había un malsín (traidor) que, según su religión, debía morir, y consiguieron un albalá (cédula real) que lo autorizaba.
Entre 1376-1390, Ferrand Martínez, conocido como el Arcediano de Écija, emprendió una campaña contra los judíos, quienes pidieron protección a Enrique II, varias veces, y aunque el rey amonestaba y ordenaba que no se entrometiera ni instara el pueblo contra los judíos, éste no hizo caso. El arzobispo también le ordenó que acudiera a declarar ante una comisión, negándose, por lo que se le prohibió ejercer funciones eclesiásticas y tomar decisiones de tipo judicial bajo pena de excomunión.
Pero en 1390, el rey y el arzobispo murieron. Ferrand fue nombrado Vicario General, y el 8 de diciembre de ese año emitió una orden a todos los párrocos de su diócesis, bajo pena de excomunión, para que destruyeran todas las sinagogas existentes y enviar a Sevilla todas las menorah –o candelabros de 7 brazos-, los libros en hebreo y rollos de la Ley que se encontrara en ellas.
Los judíos volvieron a quejarse y aunque se le reconvino, no hizo caso, continuando su recorrido por Sevilla predicando en contra de los judíos y alentando el antisemitismo. Así, el 15 de marzo de 1391 ocurrió un primer motín, muriendo algunos judíos, aunque los nobles lo contuvieron. Pero, el 6 de junio de ese año estalló otro motín popular que recorrió las calles de la Judería, saqueando sus tiendas, persiguiéndolos y acosándolos por las calles estrechas, maltratando y asesinando a más de 4.000 judíos (según algunas fuentes) y obligando a otros a convertirse al cristianismo.
Según una carta del filósofo, escritor y rabino judío, Hasdai Crescas, las mujeres y niños fueron vendidos como esclavos a los musulmanes. Con el tiempo algunas familias volvieron, reconstruyendo sus casas y sus negocios, aunque no volvió a haber un barrio judío: decidieron concentrarse en calles interiores donde había quedado la única sinagoga, más como el temor de que volviera a reproducirse la luctuosa y deplorable situación anterior.
En 1396, el rey encargó remodelar la judería, rebautizada como Villa Nueva, y las sinagogas fueron expropiadas y convertidas en iglesias.
Los conversos sí conservaron e incrementaron su poder económico y social, incluso constituyendo estirpes de gran relevancia social y político: Marmolejo, Sánchez de Sevilla y Martínez de Medina, conversos con anterioridad a 1391, Fernández Cansino o Susán. Otros conservaron sus funciones bancarias de préstamo de dinero, arriendo de rentas, profesiones liberales y, en general, sus anteriores medios de vida. Buena parte se convirtió con sinceridad a la fe cristiana: otros no, y el pueblo común extendía a todos sus sospechas sobre el criptojudaísmo de algunos, como argumento para insistir en su marginación social y realizar en ocasiones conatos de asalto a casas de conversos en los momentos de mayor tensión social del siglo, así, en 1465 y 1473–1474; al cabo, el resultado fue, para los judíos, la expulsión, con el fin de que no pudiera su presencia atraer religiosamente a los conversos, a menudo sus parientes, o proporcionar motivo para que éstos sufrieran «diversos desaires con infamia». Pero muchos conversos hubieron de sufrir algo peor tal vez: el funcionamiento del Tribunal del Santo Oficio desde 1480.
Este año 1480 marca el final de la Judería, ya que se instaló en la Iglesia de la Magdalena el Tribunal del Santo Oficio para juzgar y castigar las herejías. En 1481 ya hubo casos de condenas en la hoguera solo por el hecho de ser judío.
En 1483 se produjo la expulsión de los judíos de Sevilla, por lo que el barrio quedó abandonado y empezó a decaer.
A principios del siglo XX, se procedió a su remodelación, dirigida por el arquitecto municipal Juan Talavera y Heredia.
Sevilla fue un «tubo de ensayo», según lo han definido algunos, de todo lo que pasó después en el resto de la Península Ibérica. Aunque el Edicto de Granada de 1492, promulgado por los Reyes Católicos, ordenaba la expulsión de los judíos del Reino, en Sevilla tuvo un efecto casi nulo ya que no quedaban judíos en la ciudad: ya habían sido expulsado 9 años antes.
(J.A.T.)
Reconocimiento por su aportación de parte de esta información a:
CAMINOS DE SEFARAD – Red de Juderías de España