El arpa es un instrumento de cuerda pulsada, es decir, aquellos instrumentos cuyas cuerdas se hacen vibrar con los dedos, las uñas o con una púa o uña. Está formada por un marco resonante y una serie variable de cuerdas tensadas entre la sección inferior y la superior.
El origen del arpa es antiquísimo, siendo conocidas en Asia (Asiria, Egipto, Israel), África y Europa (Grecia), remontándose, por lo menos, al año 3500 a. JC. De hecho, es el primer instrumento musical mencionado en el libro sagrado, La Santa Biblia, haciéndose referencia a un hombre llamado Jubal: “Él resultó fundador de todos los que manejan el arpa y el caramillo.” (Génesis 4:21).
El término hebreo para “arpa” es kin-nóhr. Los traductores de la Versión de los Setenta tradujeron esa palabra hebrea usando el término griego ki·thá·ra más o menos la mitad de las 42 veces que aparece en el texto hebreo. La ki·thá·ra era un instrumento parecido a la lira (griego, lý·ra), aunque con una tabla de resonancia más llana. Aunque algunas versiones traducen ki·thá·ra como “cítara” en el Nuevo Testamento, otras la traducen como “arpa”.
Este instrumento consiguió alcanzar gran popularidad en Europa durante la Edad Media y el Renacimiento, evolucionando y creando una amplia gama de variantes. A partir de ahí se extendió las colonias de ultramar, especialmente Sudamérica, así a Oriente lejano –como Birmania- y a África. Pero se fue perdiendo su uso, recuperándose en el siglo XVIII al incorporársele pedales. Desde hace mucho tiempo, el arpa es un instrumento usado en músicas tradicionales de diferentes países: Irlanda, Paraguay, Perú, Venezuela, México, Chile y Colombia entre otros.
J.A.T.