El término Areópago proviene de Areios pagos, “Colina de Ares”.

Era una colina dedicada a Ares, el dios griego de la guerra (o Marte, su equivalente romano).

Según la leyenda, en ese lugar fue juzgado Ares por el resto de los Dioses del Olimpo y luego exonerado de culpa. Se dice que el juicio se realizó, porque Ares, en venganza, asesinó a Halirrotio, el hijo de Poseidón, que había violado a Alcipe, una de las hijas de Ares. Además del juicio a Ares, allí también se juzgó a Orestes por haber asesinado a Clitemestra, su madre por asesinar a su padre Agamenón, rey de Micenas.

Los griegos asumieron la colina como el “Salón de justicia”, de ahí su nombre, Areópago.

El Ágora desde el Areópago

Históricamente este lugar tiene una importancia fundamental ya que aquí era donde se reunía la sede del Consejo que regía la justicia de la ciudad. También se juzgaban casos religiosos, por lo que el apóstol San Pablo fue llevado al Areópago, posiblemente, para ser examinado (juzgado) sobre sus enseñanzas.

En otro tiempo estuvo coronada por altares griegos, santuarios, estatuas y el tribunal supremo al aire libre del Areópago. Según la obra Contra Apión, del historiador judío Flavio Josefo, “los atenienses eran los más religiosos de todos los griegos”. Además, una característica del pueblo griego fue su carácter inquiridor y su predisposición al debate y la conversación en torno a temas nuevos. El Nuevo Testamento bíblico hace una cita concreta a este punto:

“Todos los atenienses y los inmigrantes que vivían allí ocupaban siempre su tiempo escuchando o hablando de las ideas nuevas que surgían.” —Hechos de los Apóstoles 17:21

Hemos de decir que Atenea era la diosa protectora de Atenas, y que, en esta ciudad, se adoraban a los 12 dioses olímpicos. Pero, a fin de no ofender a ningún dios, los atenienses incluso erigieron altares “A un Dios Desconocido” y así evitar su enfado.

Pausanias, geógrafo del siglo III, confirma esto en el relato de su viaje por la carretera que iba desde el puerto de la bahía de Falero hasta Atenas (por la que posiblemente pasó San Pablo), al decir que vio “altares de los dioses llamados desconocidos, [y] de héroes”. (Descripción de Grecia, traducción de Antonio Tovar, Orbis, 1986.)

El apóstol San Pablo vivió aquí una de sus experiencias. Predicando el cristianismo tuvo una disputa con filósofos de 2 de las corrientes de pensamiento de aquel tiempo…

  • Epicúreos: creían que el placer era la verdadera fuente de la felicidad. No obstante, recomendaban la moderación, considerándola esencial para evitar los dolores provocados por los excesos.
  • Estoicos: sostenían que la felicidad consistía en vivir de acuerdo con la razón y que solo eso bastaba. Creían que todas las cosas formaban parte de una deidad impersonal, de la cual emanaba el alma del hombre. Predicaban el valor de la razón, al proponer que las emociones destructivas son el resultado de errores en nuestra manera de ver el mundo y ofreció una guía práctica para permanecer resueltos, fuertes y en control de la situación.

Pues bien, éstos filósofos lo llevaron al Areópago para “juzgar” sus declaraciones religiosas. San Pablo, de forma perspicaz alabó la religiosidad de los atenienses y expuso que hablaba de uno de esos dioses aceptado por ellos:

22 Entonces Pablo, de pie ante el Concilio, les dirigió las siguientes palabras: “Hombres de Atenas, veo que ustedes son muy religiosos en todo sentido, 23 porque mientras caminaba observé la gran cantidad de lugares sagrados. Y uno de sus altares tenía la siguiente inscripción: “A un Dios Desconocido”. Este Dios, a quien ustedes rinden culto sin conocer, es de quien yo les hablo. Hechos de los Apóstoles 17:22, 23

Placa con el discurso de San Pablo.

No es posible afirmar con certeza que en aquella ocasión Pablo hablase ante el tribunal del Areópago, pero en su auditorio tuvo por lo menos a un componente de ese notable tribunal.

33 […] Así que Pablo salió de en medio de ellos, 34 pero algunos varones se unieron a él y se hicieron creyentes, entre los cuales también estuvieron Dionisio, juez del tribunal del Areópago, y una mujer de nombre Dámaris, y otros además de ellos.” —Hechos de los Apóstoles 17:33-34

En la actualidad hay una placa de bronce en la colina de Marte que contiene este discurso del apóstol Pablo y que conmemora dicho acontecimiento.

Foto cabecera: ajbear AKA KiltBear

Foto Ágora: CC BY-SA 3.0

J.A.T.