El Cid es un personaje.
Una de las figuras relevantes de la historia de España es la de Rodrigo Díaz de Vivar, el caballero castellano conocido como EL CID (título respetuoso derivado del árabe Sídi (“Mi Señor”) o EL CID CAMPEADOR (“El Batallador”).
Sobre el año y lugar de nacimiento, el historiador Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) expuso:
“No hay dato alguno que permita fijar la fecha ni el lugar de nacimiento de Rodrigo Díaz el Campeador. Nada dice sobre el particular la crónica especial consagrada al héroe, Historia Roderici Campidocti, una obra muy poco posterior a la muerte del mismo; tampoco dicen nada los historiadores árabes coetáneos.”
Así, aunque solo puede conjeturarse sobre estos datos, parece ser que nació hacia el año 1043. Sobre el lugar de nacimiento, el calificativo “de Vivar” que lleva su nombre -que aparece en el más importante cantar de gesta de la literatura española, El Cantar del mío Cid (1200)- hace casi seguro que nació en esa población de Burgos.
Los cantares presentaban de él una figura elevada a la categoría de héroe de Castilla, un fiel y obediente vasallo, o como un caballero en favor de la Reconquista. Pero, la mayoría de los historiadores lo presentan más bien como un “Señor de la guerra”, un mercenario o soldado profesional que presta servicios por un pago, ya que puso su espada tanto al servicio de reyes cristianos como árabes, o peleando por su cuenta sin importarle la religión del enemigo, siendo temible en el campo de batalla.
Al fallecer Fernando I de León, rey consorte de León, sus reinos fueron divididos entre sus hijos, aunque a Sancho no le agradó demasiado dicho reparto:
Sancho II el Fuerte recibió el Condado de Castilla, elevado a Reino (siendo el primer rey de ésta) y los impuestos del reino taifa de Zaragoza.
Alfonso VI el Bravo (el favorito de su padre) recibió el Reino de León y el título imperial y los derechos sobre los reinos taifas de Toledo.
García II recibió el Reino de Galicia, creado a tal efecto, y los derechos sobre los reinos taifas de Badajoz y Sevilla.
Doña Urraca recibió la ciudad de Zamora.
Doña Elvira recibió la ciudad de Toro.
El joven Rodrigo apoyó a Sancho y tenía gran prestigio como alférez real en su corte. Dicho prestigio aumentó cuando, para zanjar el dominio de unos castillos que disputaban los reyes de Castilla y Navarra, derrotó en singular combate a Jimeno Garcés, caballero de Navarra.
Su participación en las batallas de Llantada (1068) y Golpereja (1072) contra Alfonso VI le añadió más prestigio. También luchó con Sancho II en la Batalla de Graus, para ayudar al Al-Muqtadir, rey del reino taifa de Zaragoza contra Ramiro I de Aragón.
Pero, durante el sitio de Zamora, Sancho murió en una emboscada. La leyenda dice que fue un traidor, un noble, Vellido Dolfos, quien lo mató; pero la fuente más fiable, Historia Roderici, no recoge ninguna noticia de que la muerte de Sancho se debiera a una traición. Su muerte llevó al trono a su hermano Alfonso. Según la leyenda, aquí es donde aparece el acontecimiento dramático de la Jura de Santa Gadea, en la que Rodrigo obligó al rey Alfonso VI a jurar que no había tenido nada que ver con la muerte de su hermano, lo que nunca le perdonó. Realmente, tampoco hay constancia histórica de que este incidente ocurriera. Sin duda, Rodrigo contribuyó a la unificación de los reinos de León y Castilla.
De hecho, de inicio y pese a su resentimiento por las batallas de Llantada (1068) y Golpereja (1072) -en las que quizá recibió el sobrenombre de “Campeador” (“Batallador”)-, tuvo buena relación con Alfonso VI, casándolo éste con su pariente Doña Jimena, quizá porque prefería tenerlo a su favor que en su contra. Posteriormente, su relación se enturbió, siendo desterrado dos veces:
- En 1081, cuando Alfonso VI luchaba en Toledo sin Rodrigo, los árabes asaltaron por sorpresa el pueblo de Gormaz (Soria), consiguiendo un gran botín. Cuando Rodrigo se enteró, sin pedir permiso al rey, fue con su ejército e hizo una incursión en Toledo, capturando 7.000 hombres y mujeres. Al interferir esta acción en los planes de Alfonso VI de conseguir estas tierras sin necesidad de luchar, éste lo desterró, aunque sin tocar sus bienes. Rodrigo se ofreció a Al-Muqtadir, del reino taifa de Zaragoza (1081-1086).
- En 1086, un numeroso ejército almorávide -con una interpretación extremista del Islam- cruza el estrecho. Llegaron hasta Aledo (Murcia) a la que sitiaron, por lo que, en noviembre de 1088, Alfonso VI acudió a ayudar a la población de Aledo (Murcia), que había sido atacada, y ordenó a Rodrigo que acudiera a Villena (Alicante) a su encuentro, y así sumar efectivos para luchar contra Yusuf ibn Tashufin. Pero Rodrigo no acudió, desconociéndose si fue un problema logístico o una decisión voluntaria, acampando en Onteniente (Valencia). El rey lo declaró traidor y lo volvió a castigar con el destierro y, además le expropió sus bienes.
J.A.T.