El Cid  continuación.

A partir del 2º destierro, Rodrigo, con su ágil caballo Babieca y su espada Tizona -que arrebató a un rey moro- inició las batallas por su cuenta. Adoptó técnicas de guerra de los árabes como el tornatrás o tornafuye, que consistía aparentar una retirada, lo que envalentonaba al adversario, y tras un recorrido más o menos largo, tornarse (de ahí el nombre) y atacar a los perseguidores y, sin llegar a contactar con ellos, lanzarles flechas, dardos o jabalinas, sorprendiéndoles y causándoles numerosas bajas.

Para el 1090, estableció una especie de protectorado que abarcaba Valencia, Lérida, Tortosa, Denia, Albarracín, Alpuente, Jérica, Sagunto, Segorbe y Almenara. Usurpó las parias que Al-Qadir, rey de las taifas de Toledo y Valencia, pagaba a Alfonso VI. También venció a la coalición entre Al-Mundir (hermano de Al-Muqtadir) y el conde catalán Berenguer Ramón II, desalojándolo de la región levantina.

El rey Alfonso VI no asimiló los éxitos militares de Rodrigo en la zona del Levante y, pretendiendo darle una lección, en 1092, ataca Valencia (la principal plaza de Rodrigo) en una coalición con el Conde Barcelona y el rey de Aragón atacando desde tierra, y con las flotas de Génova y Pisa desde el mar. Pero fracasa en su intento.

Rodrigo está en Zaragoza y después de jurar lealtad al rey Alfonso VI, pero también venganza contra sus asesores, responde con un ataque brutal contra La Rioja, gobernada por García Ordóñez, su gran rival y enemigo, asolando las zonas desde Alfaro hasta Haro. Alfonso VI claudica y le devuelve el favor real así como sus pertenencias, aunque Rodrigo rehúsa regresar a Castilla.

Solo pudieron resistírsele los almorávides en la zona del Levante, quienes se habían unido al cadí Ben Yuhhuf, el cual, en otoño de 1092, asesina a Al-Qadir que rendía tributo a Rodrigo, y se hace con el inigualable tesoro que había en Valencia: esmeraldas, zafiros, diamantes y rubíes.

En 1093, Rodrigo inicia un durísimo asedio a la ciudad. Los propios cronistas árabes recogieron que, durante el asedio de Valencia, les cortó sus vías de avituallamiento y utilizó catapultas que dañaron las murallas de la ciudad. Esto provocó que sus habitantes tuvieran que comer ratas, perros, y hasta la carne humana de quienes morían. Logra conquistar la ciudad el 17 de junio de 1094, proclamándose “Príncipe Rodrigo el Campeador”. Parece que durante esta época reciba el sobrenombre de El Cid. De aquí en adelante, los almorávides intentaron conquistar varias veces la ciudad, que resistió exitosamente. En septiembre de ese año, el ejército de Abu Abdalá Muhammad ibn Tāšufīn, llegó hasta Quart de Poblet, a unos 5 km de la capital, y la asedió, aunque El Cid lo derrotó en una batalla campal.

Tumba de El Cid y Doña Jimena en el crucero de la catedral de Burgos.

El 10 de julio de 1099, El Cid murió de muerte natural, en Valencia, con poco más de 50 años de edad. Doña Jimena se convirtió en la Señora de Valencia y pudo resistir los intentos almorávides de reconquistar la ciudad con la ayuda de su yerno Ramón Berenguer III. Unos 2 años después, el rey Alfonso VI vio que era complicado defender Valencia, y el 4 de mayo de 1102 ordenó evacuarla ciudad y la incendió. Al día siguiente, la ciudad cayó en poder del almorávide Mazdalī. Doña Jimena se llevó con ella el cuerpo de su esposo y lo inhumó en la Catedral de Valencia y, posteriormente, en el monasterio de San Pedro de Cardeña, una abadía trapense a 10 km del centro de Burgos, aunque desde 1921, y después de muchas vicisitudes, sus restos se colocaron junto a los de Doña Jimena en el crucero de la catedral de Burgos.

Ya se había forjado la leyenda del héroe y los romances le dieron un empujón más a su leyenda, con la épica de que derrotó al ejército del rey moro Búcar, que atacaba Valencia. Cuando los soldados vieron a El Cid muerto montado sobre su caballo, huyeron, de ahí que “ganara la batalla después de muerto”. Otro episodio “romántico” que nada tiene que ver con la realidad. El final de la película “El Cid”, la más famosa rodada sobre su historia, resume a este personaje:

“Y así, Rodrigo Díaz de Vivar, llamado El Cid, cruzó las puertas de la historia y entró en la leyenda”.

Comentaremos sobre este film en un próximo artículo.

J.A.T.

Agradecimientos:
Historia de España
Foto tumba El Cid-Doña Jimena: Zarateman, CC0