LA ORQUESTA
Un elemento que presta una nota amable, aunque estuvo inmerso dentro de esta tragedia, fue la Wallace Hartley Band, la orquesta que intentó templar los ánimos de las personas a bordo del Titanic, aunque finalmente, ellos también se hundieron con el barco.
Según el relato de Mary Hilda Slater al Worcester Evening Gazette (de Massachussetts), 24 horas después de pisar tierra, y confirmado por otros supervivientes, los músicos tocaron hasta que se hundió con el barco.
Durante el hundimiento, los 8 miembros de la banda que dirigía Wallace Henry Hartley tocaron música desde el salón de 1ª Clase, intentando dar unas notas –nunca mejor dicho- de esperanza y calma en tan tensos momentos. Después lo hicieron desde la cubierta, hacia la popa, y parece que no dejaron de tocar, prácticamente, hasta que el barco se hundió. Ninguno de ellos sobrevivió. El cuerpo de Hartley fue recuperado e identificado, con su violín atado a él ya que era un regalo de su prometida, llevando la inscripción: «Para Wally, con motivo de nuestro compromiso». Esa actitud de los músicos podría deberse a la gran personalidad de Hartley, el director de la orquesta, formado en la tradición metodista, y su padre había sido director del coro de la iglesia. Como curiosidad, hace algunos años, el violín de Hartley fue subastado por 1.000.000 de euros.
Sin embargo, pese a ser considerados unos héroes, la empresa Black Talent Agency, la sociedad de Liverpool que la compañía White Star Line contrató como animación musical del viaje, les cobró a las familias el coste del uniforme perdido cuando se ahogaron. El padre de John Law Hume, uno de los músicos, recibió la siguiente carta -y no era de pésame, precisamente-:
«Muy Sr. Nuestro. Estamos obligados a comunicarle que debe pagar la suma de 5 chelines que nos adeuda, tal como consta en la factura que adjuntamos, en concepto de gastos pendientes del uniforme de su hijo».
En la carta se adjuntaba la factura indicando que era para completar el pago del uniforme, sin mencionar que el músico, el barco y el uniforme se habían perdido en el océano. Y es que la agencia descontaba cada mes una parte del sueldo de los músicos para costear el traje con el que actuaban.
Debido a que venían de una agencia subcontratada, la White Star Line no los consideraba empleados suyos sino pasajeros, por lo que la Ley de Compensación de los Trabajadores Británicos no concedió ninguna compensación económica a sus parientes.
Un mes y medio después de la tragedia y con el fin de intentar enmendar tal injusticia, varias orquestas británicas organizaron un concierto benéfico en el Royal Albert Hall de Londres. Su objetivo era conseguir algún dinero que que dar a los familiares de los fallecidos. Inicialmente las familias no recibieron dinero, y tuvieron que esperar a la caridad. No obstante, sí se constató la admiración, el respeto y el cariño que las personas les tenían por su abnegada acción. Por ejemplo, miles de personas asistieron al funeral de Hartley, en Inglaterra. Los ciudadanos de Broken Hill (Australia), en 1913, erigieron un monumento conmemorativo para honrar la memoria de la heroica orquesta del Titanic.
Se ha especulado con cuál fue la última música que tocó la orquesta. Testigos supervivientes del naufragio afirman que fue “Nearer, my God, to Thee” (“Más cerca, oh Dios, de ti”). Este himno religioso fue escrito por la poetisa inglesa Sarah Flower Adams, quien murió de tuberculosis con 43 años (1848). El texto se basa en el pasaje bíblico de Génesis 28:11-19, la historia de la Escalera de Jacob. El autor de la música es Lowell Manson, aunque otros autores también la versionaron. Esta versión es, de hecho, la que suena y que aparece en los créditos de la banda sonora de la película TITANIC, de James Cameron.
J.A.T.