En todos los idiomas se usan frases hechas o expresiones que, en modo alguno, tienen un significado literal sino figurativo. Su origen suele provenir de conceptos, expresiones e, incluso, hechos reales que buscan expresar una idea sin tener que explicarla en su totalidad. Por ejemplo, cuando alguien se ha emborrachado y está “K.O.” decimos que “está durmiendo la mona”. Los polacos dirían que “tiene un helicóptero”, y los noruegos que “conduce la cama”.
Veamos el origen de algunas de estas expresiones.
Llover a cántaros
También solemos utilizar la expresión “caer chuzos de punta” para describir lluvias muy fuertes. Pero en Inglaterra, la expresión es “llover gatos y perros” (“It’s raining cats and dogs”). No hay certeza sobre el origen de esta expresión; no obstante, una explicación nos llevaría a la vieja Inglaterra del siglo XVII, cuando las lluvias torrenciales arrastraban toda clase de basura acumulada en las calles, incluyendo los cadáveres de animales callejeros.
(Ver imagen de cabecera)
Otra idea era que los techos de paja de las casas de los campesinos europeos del siglo XVI, permitía a los animales buscar refugio en ella y al llover torrencialmente caerse, aunque no hay mucha evidencia sobre esta hipótesis
También se ha expuesto la idea de que “Gatos y perros” es una corrupción o alteración del término griego Katadoupoi, el nombre el nombre de las grandes cataratas en el Nilo (quizás a través del francés catadupe (“cascada”).
Otra idea es la también expresión griega kata doksa, que significa “contrario a las expectativas”, y que a menudo se aplica a las fuertes lluvias; mas no hay evidencia de que los angloparlantes la asumieran.
Las paredes oyen
Esta expresión se usa en muchas partes del mundo y se emplea cuando alguien revela secretos en voz alta o para aconsejar prudencia y discreción a la hora de hacer comentarios. Su origen, al parecer, viene de Francia, durante la persecución de los hugonotes que culminaría con la terrible matanza en la Noche de San Bartolomé, el 24 de agosto de 1572, en París. La masacre duró cerca de una semana, y se extendió a otras partes del reino, donde persistió hasta el otoño.
Los historiadores cuentan que la reina consorte de Francia, Catalina de Médici, era muy desconfiada. Así, que hizo instalar secretamente una amplia red de conductos acústicos en las paredes del palacio que permitieran oír lo que se hablaba en las distintas habitaciones, y así poder averiguar quiénes conspiraban contra ella o urdían conjuras que hicieran peligrar sus intereses.
Pero, cuando se descubrió esto, entre los miembros de la corte y la servidumbre corrió la voz de que “les murs ont des oreilles” (“las paredes tienen oídos”).
A la chita callando
Esto significa hacer algo con mucho sigilo, con disimulo o en secreto. Algunos expertos, como Julio Cejador, indican que su origen se remonta a un antiguo juego llamado chita que se jugaba con tabas o huesos (astrágalos).
Otros piensan que se remonta a la Edad Media, cuando en la época almorávide los árabes introdujeron en España un felino parecido al guepardo, llamado saeta o chita, que por su agilidad y ferocidad se utilizaban para cazar. Cuando Alfonso X decidió prohibir su uso con fines cinegéticos, muchos cazadores siguieron usándolo a escondidas.
Por su parte, José Luis García Remiro, en el libro “¿Qué queremos decir cuando decimos?”, expone que podría derivarse “del interjectivo ¡chist!, que es un gesto sonoro que utilizamos para imponer silencio cuando necesitamos que nuestra llamada se sobreponga y no quede ahogada por el griterío que queremos acallar”. García Remiro también indica que de la misma familia es Chitón, “una palabra para imponer silencio, que solemos decir poniendo el dedo en la boca”.
Salvarse por los pelos
Esta expresión, que proviene del ámbito marinero, indica que hemos salido de una situación delicada a duras penas o que hemos evitado un daño en el último momento.
En el pasado, para enrolarse en un barco no era necesario saber nadar, independientemente del cargo que se ocupase. Y, entre la tripulación, se solía recomendar a los novatos dejarse crecer una larga melena para que, en caso de caer por la borda al mar, fuera más fácil localizarles en el oleaje y, por ello, tener más posibilidades de ser rescatados.
De hecho, el pelo largo era la mejor manera de sacar del agua a alguien que se estaba ahogando, dado que la ropa puede desgarrarse y la piel mojada resulta resbaladiza. Incluso quienes sabían nadar preferían tener el pelo bien largo. Expresiones
J.A.T.