Una historia que causó impacto a principios de los años 1970 fue la de Francesco Vincent Serpico, más conocido como Frank Serpico, un policía italoamericano encubierto, que fue el primer policía en declarar como testigo en un juicio contra la corrupción del Departamento de Policía de Nueva York.

Su biografía, “Serpico”, que abarca unos 12 años de la vida del personaje (1960-1972), fue escrita por el periodista y escritor Peter Maas, consiguiendo vender más de 3.000.000 de ejemplares, y después fue adaptada al cine por Sidney Lumet en 1973, con el mismo título. El actor de ascendencia italiana, Al Pacino, interpretó su personaje de forma magistral. Tuvo gran éxito de público y de crítica.

Póster de «Serpico» (1973)

Con un presupuesto modesto, de tan solo 2,5-3 millones de dólares, en EE.UU. recaudó casi 29.000.000 de dólares, siendo la 12ª película más taquillera de 1973.

Los críticos elogiaron la película: la web de cine Rotten Tomatoes, le dio un 90% de reseñas positivas en base a 39 críticas, es decir, un 8 sobre 10. En Metacritic, donde se asigna una puntuación promedio basada en las reseñas de los críticos de los medios más importantes, la película recibió un promedio de 87%, basado en 7 reseñas.

La película recibió 2 Nominaciones al Óscar: al Mejor Actor (Al Pacino) y Mejor Guión Adaptado (Waldo Salt y Norman Wexler). Fue Nominada al Globo de Oro como Mejor Película Dramática, ganando el Globo de Oro al Mejor Actor Dramático (Al Pacino).

Como curiosidad, dado que la película debía mostrar el crecimiento del pelo y de la barba del personaje, las escenas fueron filmadas en orden inverso: Al Pacino comenzó con pelo largo y barba, e iban siendo recortados poco a poco para cada escena, hasta que tener el pelo corto y sin barba para las escenas en la que es más joven e ingresa en el Cuerpo de Policía.

Frank Serpico

Ciñéndonos un poco más a la historia, Frank Serpico estudió ciencias políticas y con sus ideales ingresa –a la edad de 23 años- en el Cuerpo de Policía de Nueva York y fue asignado al Distrito 82. Allí, que empezó a darse cuenta de la corrupción existente en el departamento, cuyos compañeros recibían sobornos que iban desde los 300 dólares hasta cifras mucho más altas. Lo puso en conocimiento de sus superiores que no aceptaban que eso pudiera ocurrir y no se preocuparon por investigar la situación. Fue trasladado al Distrito 7, pero la situación aún era peor. Esto le trajo mala fama como delator de policías corruptos, al tiempo que ese desquiciamiento le pasó factura en su vida personal. Decía que, a veces, «se sentía como un criminal por no aceptar sobornos».

Sus compañeros le guardaban su parte –que él rechaza-, y empezó a recibir amenazas más o menos veladas (aunque las “no amenazas” quizás eran el mayor peligro), dándose cuenta de que estaba sólo y casi aislado. Aunque siguió denunciando esta trama, incluso a las autoridades políticas, viendo que no tenía posibilidades, decidió contar la historia al periódico The New Yok Times. Al día siguiente la historia salió publicada en primera plana, y al alcalde de Nueva York no le quedó más remedio que nombrar una comisión que investigara el caso.

Serpico fues trasladado de un distrito a otro sin que nadie quisiera trabajar con él, y después de un año, se le destinó a narcóticos. Durante una redada, sus “compañeros” no acudieron a apoyarle y recibió un disparo en el pómulo izquierdo y aunque, milagrosamente, ningún órgano vital fue dañado, quedó sordo de un oído y con 2 fragmentos de bala alojados en la parte ósea, cerca de la carótida. Cuando, finalmente, fue atendido, quienes lo hicieron expresaron que, de haber sabido que era Serpico, le hubieran dejado desangrarse.

El juez Whitman Knapp, presidente de la comisión que lleva su nombre.

Se le concedió la placa de oro de Detective que tanto ansiaba; pero ya tenía ningún valor para él. Tras recuperarse, testificó en la comisión de investigación, la Comisión Knapp (1971), que el alcalde John V. Lindsay creó en abril de 1970, junto al sargento David Durk. En 1972, abandonó el Cuerpo, fue recompensado con la Medalla de Honor al “Valor destacado en acción”, y emigró a Suiza. Lo cierto es que odiaba su trabajo por el tipo de gente con la que tenía que tratar e ir camuflado, con su vida dependiendo de ello.

Durante la Comisión Knapp declaró que “el 10% de las personas son completamente honestas, el 10% son corruptas sin escrúpulos, y el otro 80% desea ser honesto, y que “hay que crear un clima en el que el policía honesto pueda actuar sin miedo al ridículo o a la reprimenda de sus compañeros policías”. O sea que el policía corrupto debe temer al honrado, y no al revés. Dicha Comisión determinó que existía corrupción generalizada y presentó algunas recomendaciones.

En la actualidad, Serpico sigue con el objetivo honesto de que las cosas cambien aún más. En 1994, escribió una carta al presidente Bill Clinton en la que expresaba frases como: “Es licito volver a casa sano y salvo; pero no a costa de los inocentes”, “ser policía es un trabajo digno, no una manera de ganar dinero”, o “el policía no es la Ley sino solo el que la ejerce”, aunque solo recibió unas palabras de agradecimiento.

J.A.T.

Agradecimientos:    Valencia Plaza    –   Poster película: Paramount