Hay muchos mitos concernientes a la Luna y su efecto en nuestro planeta y en los seres humanos. La literatura se ha encargado de ello. Posiblemente el caso más significativo es la leyenda del hombre mordido por un lobo y que, en la noche de luna llena, se convierte en hombre-lobo. La primera referencia al hombre-lobo data del año 7, de “Las Metamorfosis” de Ovidio donde se narra que Zeus convirtió en lobo al rey Licaón como castigo.
Pero lo que sí parece cierto, hasta cierto grado, es que la Luna ejerce alguna influencia en el planeta y en nosotros. En luna llena los animales se vuelven más activos y fértiles y más ruidosos. Los corales sincronizan su ciclo reproductivo y en luna llena desovan todos a la vez. Aunque no se ha demostrado científicamente hasta qué grado la Luna ejerce esa influencia y hay muchas discrepancias sobre este tema, en la historia de la ciencia también ha habido muchos conceptos que han sido reales por siglos aunque no se habían demostrado científicamente, y con el tiempo se verificaron como ciertos. Éste pudiera ser otro de esos conceptos ya que parece que sí tiene ciertos efectos en la naturaleza viva:
Muchos agricultores se guían por las fases lunares para su trabajo en el campo.
Provoca variaciones en la presión atmosférica y en el campo magnético del planeta.
Los ciclos menstruales de la mujer se parecen extraordinariamente a los ciclos lunares.
Influye en el metabolismo y en los líquidos corporales como la linfa, o la sangre –es más fluida y tarda más en coagularse en luna llena-.
Parece que hay cierta influencia en los embarazos y partos en función de ciertas fases lunares. Se dice que hay más partos en fase de luna llena. El razonamiento es: si la Luna influye en el agua de las mareas, y nuestro cuerpo está compuesto, en su mayor parte, de agua, y en una embarazada, los niveles de agua aún son mayores, parece lógico que haya cierta influencia de la Luna en el parto.
La edición digital del periódico ABC del 25/07/2013 hizo referencia a un estudio suizo que apareció en la revisa Current Biology, que daba como resultado que la Luna tiene cierta incidencia en el ciclo del sueño profundo. Al parecer, durante la luna llena, la actividad delta del cerebro –un indicador del sueño profundo- disminuye un 30% por lo que el sueño es más ligero. El nivel de melatonina, hormona relacionada con el sueño, era más bajo en esta fase lunar. Se tardaba 5 minutos más en dormir y se acortaba el sueño nocturno en unos 20 minutos, dando una subjetiva sensación de cansancio. Otro estudio de la Universidad de Basel (Suiza) del 2006, relacionaba los cambios del sueño con la variación de los ciclos hormonales circalunares (29 días de periodicidad) atribuidos a las hormonas femeninas. Y como publicó la revista Biological Rhythm Research en 2003, también afecta a la testosterona masculina.
Afecta a órganos como el sistema nervioso, estómago, ojos…
El Instituto de Neurología de University College London hizo un estudio en el que descubrió que hay menos ataques de epilepsia en la fase de luna llena. Al parecer hay un repunte en los ataques unos 3-4 días después de la luna nueva.
Desde luego el tema del influjo de la Luna es apasionante al entremezclarse ciencia, aspectos de la naturaleza aún por descubrir, costumbres arraigadas y hasta supersticiones. Por otra parte, pensando en la gran sabiduría del Creador de todas las cosas, establecidas para que cumplan un propósito bien definido –aunque lo desconozcamos-, y puesto que la simbiosis o colaboración (racional o no) entre diferentes especies y/o elementos está presente en la creación esto nos permite pensar que algún día llegaremos a descubrir la real influencia que tiene la Luna en nuestro hermoso e inigualable hogar, la Tierra.
J.A.T.