Hoy se sigue estudiando la base científica de la musicoterapia y su base radica en el efecto que las ondas sonoras ejercen sobre la materia física. Alguno de los experimentos han mostrado que las moléculas del agua reaccionan de forma diferente en función del tipo de música a la que se expongan: se rompen con una música “dura” mientras que adoptan formas simétricas y delicadas con la música clásica. Así, la línea de la teoría es que, como el ser humano consta de un 70% de agua, la música debe afectar positiva o negativamente.
Una música calmada reduce la frecuencia cardíaca y respiratoria, reduciendo la presión arterial. Si la frecuencia está entre los 40-66 hertzios se rebaja la tensión muscular. También se la relaciona con la secreción de endorfinas que, como moduladoras del dolor, aportan un efecto analgésico en el cerebro y una sensación de bienestar, mejorando asimismo el sistema inmunitario por ayudar a mantener un buen estado emocional.
Incluso un feto puede beneficiarse pues el sentido del oído es el primero en formarse, de modo que con 18 semanas empieza a desempeñar su labor y con 24 semanas funciona perfectamente. Algunos estudios establecen que las mejores composiciones son las de Antonio Vivaldi y Wolfgang Amadeus Mozart. Es más: dado que el sonido ejerce vibraciones a través de la piel, puede ayudar a niños con sordera, permitiéndoles reproducir algunos sonidos y hasta tocar algún instrumento. Desde hace décadas se usa para ayudar al desarrollo e integración de niños con deficiencia intelectual.
En Redacción Médica, un diario que informa y da noticas sobre política sanitaria y materias relacionadas, elaboró un artículo en 2017, en el que hablaba del uso de la música como un instrumento más en el área quirúrgica. Indicaba que la música puede ser un factor muy importante para la concentración del cirujano en momentos específicos de la intervención. Aunque pudiera tener un efecto negativo en la comunicación entre el equipo de cirugía, la mayoría de los médicos a los que se entrevistó preferían operar con música.
El Journal of Anaesthesiology Clinical Pharmacology publicó un estudio en 2011 en el que el 87% de cirujanos, anestesiólogos y enfermeras encuestados de la India les agradaba poner música en el quirófano pues les mejoraba su función cognitiva, les relajaba y elevaba su estado de ánimo, especialmente en cirugías estresantes.
Pero también ayuda al paciente. Según investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres, en 73 ensayos aleatorios se percibió que la música afectaba positivamente en la recuperación postoperatoria. En los resultados de los 7.000 pacientes envueltos en este ensayo se confirmó la relación entre la música utilizada en el quirófano con una reducción del dolor, la ansiedad y la medicación tras la intervención.
J.A.T.