Ourense. Hay dudas sobre la etimología del topónimo. En principio se cree que los romanos la llamaron Auriense (“ciudad del oro”), ya que el curso del río Miño tenía mucho oro. Otra hipótesis apunta a la voz latina aquae urente (“aguas abrasadoras”), o la voz germánica warmsee (“lago caliente”) por sus fuentes de aguas termales.
Palencia. Los vacceos, antiguos pobladores de la zona, la llamaban Pallantia, cuyo significado es “meseta” o “cerro amesetado”. Procede de la raíz prerromana palla (“roca”) y el sufijo nt usado en las lenguas celtas para formar derivados.
Las Palmas. La capital se fundó en el año 1478 como un campamento militar denominado El Real de Las Palmas, haciendo referencia al palmeral junto al cual estaba asentado.
Pontevedra. Proviene del latín pontem veteram (“puente viejo”) en alusión al primer puente construido por los romanos para cruzar el río Lérez y la ría de Pontevedra.
La Rioja. Hay diferentes teorías y ninguna es concluyente por falta de fuentes documentales. Una de ellas la relaciona al río Oja, que cruza la zona, uniendo el término latino rivum (“río”) a las hojas y vegetación que el río llevaba. Otras hipótesis apuntan a términos vascos como: arrioxa (“mucha piedra”), erriogia (“tierra del pan”) o errioxa (“país frío”). Otra teoría transforma Larrioja como proveniente del euskera Larreolha (larre, “prado” y olha, “taller, fábrica”) refiriéndose a una forja ubicada en el valle del río Oja.
Salamanca. No está muy claro su etimología. El pueblo celtíbero de los vacceos o vaccayos (siglo IV a. JC.) la llamaban Salmantica o Salmatica. Parece que los griegos se referían a ella como Helmantike (“tierra de adivinación”) y los romanos la llamaron Hermandica. Se cree que Salamatica también puede tener ese nombre en honor al Rey Teucro de Salamia.
Santa Cruz de Tenerife. La idea más extendida es que Tenerife significa “monte blanco” (Tener, “monte” e ife, “blanco”. El término Santa Cruz fue impuesto en 1494 por el conquistador Alonso Fernández de Lugo.
Segovia. El nombre de la ciudad es de origen celtíbero y proviene de la voz seghos, “victoria”. No hay constancia de la ciudad hasta que el historiador Tito Livio la menciona cuando los generales de Sertorio recorrieron Hispania reclutando soldados en el 79 a. JC. Una moneda celtíbera de época de transición hace referencia al nombre latino Segovia.
Sevilla. El nombre procede del nombre tartesso Spal, “tierra llana”. Los romanos la llamaron Hispalis, mientras que bajo la dominación árabe era conocida como Ishbiliya.
Soria. Hay diversas opiniones sobre su origen; pero algunos historiadores exponen que proviene de un castillo con el nombre de Doria, por un capitán griego llamado Dórico. Otras versiones opinan que Soria se deriva de Dauria, que proviene de Daurius, es decir, Duero. Por otra parte, un libro de armas expone que cuando Alfonso VII el Emperador reedificó Soria se descubrió una enorme piedra con un signo grabado que recordaba una “S”, la cual se añadió al castillo de Oria, lo que dio el nombre de Soria.