Castelló. Los íberos la llamaron Castalias, Cartalias o Castalium. Después de la conquista de Jaime I se denominó Castellón de Burriana, al ser Burriana la capital de la Plana. Posteriormente, tras el traslado de todas las autoridades a Castellón, se adoptó el nombre Castellón de la Plana, para diferenciar de otras poblaciones también denominadas Castellón. Castelló, en valenciano, significa «Castillo pequeño o castillito» y plana significa «llanura».

Ceuta. Los romanos la llamaron Septem Frates (“Siete Hermanos”), en honor a los 7 montículos simétricos de la zona. Los árabes lo abreviaron a Sebta, antes de que evolucionase a Ceuta.

Ciudad Real. En la ubicación actual de la ciudad, había un pequeño pueblo llamado Pozo Seco de Don Gil. Las órdenes militares tenían tanto poder como los reyes, y la que ostentaba el mayor poder era la Orden de Calatrava. Por ello, el rey Alfonso X el Sabio la rebautizó como Villa Real, teniendo una villa de su propiedad con sus funcionarios en los dominios de esta Orden. Con el paso del tiempo, y tras una ayuda del municipio a la monarquía, ésta la compensó con el nombramiento de ciudad: Ciudad Real.

Córdoba. Su significado etimológico ha sido ampliamente debatido y no hay consenso sobre él. La ciudad romana se fundó en el siglo I a. JC. con el nombre de Corduba (Colonia Patricia Corduba). Debido a un puesto comercial fenicio en sus inmediaciones aparece el nombre Qortuba (“molino de aceite”) o Qart-tuba (“ciudad buena”). También lo relacionan con un asentamiento íbero anterior a los fenicios Qart-Oba.

Cuenca. Los árabes levantaron una alcazaba de Al-Madina Cunca. La denominación latina en el que estaba el valle donde se ubica la capital era Concha.

Girona. Su historia se remonta al asentamiento de los indigetes, una tribu íbera. Hacia el año 77 a. JC., fundaron la originaria Gerunda.

Granada. La etimología de topónimo es discutida. En el siglo XI, los ziríes (dinastía bereber) trasladaron la capital de Medina Elvira (“Ciudad Elvira”) a Medina Garnata. Así puede provenir tanto del árabe Gar-anat, (“Colina de peregrinos”) como del término en latín granatum, (“granado”).

Guadalajara. En árabe era Madīnat al-Faray (“Ciudad de Faray”) o wād al-ḥaŷarah, que hacía referencia al actual río Henares, cuya traducción más común sería: “río de piedras” por su poco caudal y la abundancia de cantos rodados en su lecho. El hispanista y arabista egipcio, Mahmud Ali Makki, le dio el significado wād (“valle”) y al-ḥaŷarah (“fortaleza” o “castillo”) pues en esa localización había numerosas fortificaciones.

Gipuzkoa. Durante la época romana vivía aquí la tribu vasca de los várdulos. Así, el término Bardulia o Vardulia significa “Tierra fronteriza”. A principios del siglo XI se la conocía como Ipuçcoa, a la que se añade la letra g para facilitar la pronunciación. Proviene de la raíz vasca Ipu- (“borde”, “límite”) a la que se añade el sufijo latino -oa (“comarca” o “tierra”).

Huelva. Su origen procede de Onuba, como la conocían los fenicios, griegos, tartessos y romanos (de ahí el gentilicio onubense); durante la dominación árabe era conocida como Gaelbah o Umba, aunque la más utilizada era Welba.

Huesca. Los íberos la llamaban Bolskan. Los romanos la llamaron Osca (su gentilicio es oscense) al igual que los visigodos. Los árabes la llamaron Wasqa. Al reconquistarla, los cristianos le volvieron a poner el nombre romano de Osca, y por la influencia del aragonés derivó a Uesca y después quedó como Huesca.

J.A.T.