PRESIDENTES ASESINADOS (II)
Presidentes asesinados
2.- JAMES ABRAM GARDFIELD
Su presidencia es la 2ª más corta en la historia de los EE.UU.
El 2 de julio de 1881, en la estación de tren de Washington, el abogado Charles Julius Guiteau, un buscador de cargos y prebendas, desengañado por la firmeza de James Garfield –quien no le había concedido un puesto consular que había solicitado-, disparó contra el presidente dos balas que no llegaron a herir ningún órgano vital.
Herido, Garfield permaneció acostado en la Casa Blanca durante 70 días. Los médicos, con el pretexto de encontrar una de las balas fueron transformando una herida de unos milímetros en una herida grave. Alexander Graham Bell intentó sin éxito encontrar la bala con un detector de metales que había improvisado él mismo para la ocasión: pero la cama donde estaba recostado era de metal y eso imposibilitó el hallazgo. El 6 de septiembre, Garfield fue llevado a la costa de Nueva Jersey. Por unos días parecía haberse recuperado, pero el 19 del mismo mes falleció por culpa de la infección y de la hemorragia interna que le causaron los médicos.
Guiteau murió ajusticiado en la horca.
3.- WILLIAM McKINLEY
William McKinley y su esposa acudieron el 5 de septiembre de 1901 a la Exposición Panamericana que tenía lugar en Buffalo, Nueva York, donde iba a pronunciar un discurso sobre comercio exterior. Al día siguiente (6 de septiembre), acudió al Templo de la Música donde comenzó a saludar a las personas congregadas en el mismo. Una de esas personas era el anarquista Leon Czolgosz quien despreciando la mano que le tendía el presidente, sacó un revólver que llevaba tapado por un pañuelo en su mano derecha, y a las 16:07, le descerrajó dos disparos. El primero le alcanzó el hombro y el segundo le atravesó el estómago, el colon, uno de los riñones y quedó alojado en la espalda.
La primera bala fue fácilmente extraída; pero los doctores no fueron capaces de encontrar la segunda. Dado que los posibles daños derivados de la extracción de la segunda bala podían ser graves, los doctores decidieron dejarla.
En la Exposición se había presentado la máquina de rayos X; pero los médicos eran reacios a utilizarla al ignorar los posibles efectos secundarios. Por otra parte, aunque muchos de los edificios de la Exposición tenían luz eléctrica, la sala de operaciones del hospital carecía de ella, por lo que los doctores se vieron obligados a utilizar cacerolas para reflejar la luz del sol y así poder tratar las heridas del presidente.
Los médicos de McKinley creyeron que el presidente se recuperaría, estando convaleciente durante una semana en el hogar del director de la exposición. En la mañana del 12 de septiembre, recibió su primer alimento oral lo que le hizo sentirse mejor. Pero esa misma tarde su estado de salud empeoró, lo que le hizo entrar en estado de shock. A las 2:15 de la mañana del día 14 falleció debido a la gangrena.
Czolgosz, en un juicio sumario que duró 8 horas –incluyendo la selección de jurado y dictado de sentencia-, fue sentenciado y ejecutado en la silla eléctrica en una prisión federal. Sus últimas palabras fueron: “Yo maté al presidente porque era un enemigo de la gente buena, los buenos trabajadores. No siento remordimiento por mi crimen.” Y añadió: “Lamento no poder ver a mi padre.”
J.A.T.
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